Outercourse: otra reivindicación del sexo más allá de la penetración

Hola cuero cabelludo. Hola pies. Hola pezones. ¡Hola clítoris!

¿Puedes imaginarte miles y miles de años de prehistoria humana sin pajas mutuas, cunnilingus y mamadas? ¿Tantísimos milenios en cuevas y prados aburridxs sin experimentar con sus cuerpos? Es absurdo. Probablemente disfrutaban del sexo sin restricciones. Y también más tarde: en la Grecia clásica, en la Antigua Roma y en muchas otras civilizaciones anteriores a las religiones monoteistas que, con sus miedos y sus oscuridades, trataron de convertir el sexo en un simple metesaca reproductivo sin casi chicha ninguna. Porque no: el sexo con penetración no es ni mucho menos suficiente para explotar todo el potencial sexual humano. Es ahí donde entra en escena el llamado outercourse.

En palabras de la especialista en sexualidad April Lampert para la revista digital sobre bienestar femenino Poosh, “la ciencia ha demostrado ya la importancia de centrarse en partes del cuerpo con altas concentraciones de terminaciones nerviosas diseñadas para sentir placer” que van más allá del interior de la vagina o del pene. Regiones de tu cuerpo que cuando son frotadas, apretadas, acariciadas o besadas te generan unas sensaciones únicas muy intensas. De hecho, y con la excitación adecuada y las manos adecuadas, puedes llegar al tan ansiado orgasmo simplemente con una experiencia outercourse. La penetración es tan solo una alternativa más. Que dejen de comerte la cabeza.

¿Algunas de las más habituales? El cuero cabelludo por ejemplo. Como dice Lampert, “presenta toneladas de terminaciones nerviosas”, por lo que “pasar ligeramente los dedos por él o tirar un poco de él” puede hacerte vibrar de goce. Y algo similar ocurre con los dedos de los pies, los pies en sí mismos y los pezones. De hecho, y según esta experta, la corteza sensorial genital se ilumina de la misma forma con la estimulación del pezón que con la estimulación del clítoris y los genitales. Han evolucionado durante decenas de milenios para, entre otras cosas, servir a tu disfrute de la vida. Aprovéchalo. Y aprovecha también el mayor diamante sexual de tu cuerpo: la parte externa de tu vagina.

En concreto, existen dos elementos a los que deberías dedicarle más amor. En primer lugar, el monte de Venus, “un área carnosa justo encima del clítoris cuyo masajeo puede estimular indirectamente los labios y el clítoris”. Y en segundo lugar, y como no podía ser de otra manera, el propio clítoris, que tiene más del doble de las terminaciones nerviosas del pene promedio. Practicar más outercourse, poner todas estas zonas en el centro de tu sexualidad, no solo incrementará tu placer, sino que también “generará una tensión sexual más duradera, aumentará la cercanía y aumentará la confianza en el dormitorio”. Es hora de voltear las reglas de una vez. Coitocentrismo superado.