El auge del mercado negro de leche materna con fines sexuales

Una lactofilia que podría contribuir, una vez más, a la explotación de las mujeres

Leche de vaca entera. Leche de soja. Leche de almendras. Leche de avena. Leche de arroz. En el supermercado que hay cerca de tu casa puedes encontrar una variedad enorme de alternativas, pero no la más elemental de todas: la leche materna humana. Y tiene sentido. Al fin y al cabo, esa está para lo que está y que no es otra cosa que amamantar a los bebés. Sin embargo, y aunque cueste creerlo, hay muchos hombres en el mundo dispuestos a pagar dinero para conseguir un poquito de esa leche, motivo por el cual se ha ido gestando poco a poco durante los últimos años un mercado negro digital enorme. Uno en el que, webs como esta, están alcanzando un éxito tremendo.

Ya. Sabemos lo que estás preguntándote ahora mismo. ¿Por qué? En algunos casos, lxs compradorxs de leche materna ajena son mujeres que no pueden producir su propia leche pero quieren darle leche humana auténtica a sus bebés, e incluso deportistas obsesionados con aumentar su volumen de masa muscular como los culturistas. No obstante, en la mayoría de casos se trata de hombres con un claro fetichismo. Tal y como cuenta la psicoterapeuta especializada en sexualidad Karen Pollock en un artículo sobre este asunto, algunos hombres se sienten “atraídos por mujeres lactantes, relacionados con aquellos que se excitan con las mujeres embarazadas”.

Más allá del fetichismo

Aunque no siempre es así. Además, y siempre según Pollock, algunos hombres presentan un fetichismo basado en comportarse como bebés y llevar pañales y beber leche materna. Un intento consciente o inconsciente de “volver a su infancia. Por último, aunque bastante menos común, está el fetichismo por las vacas humanas, “un subgénero de pornografía y de animación para adultos en las que aparecen mujeres vestidas como vacas siendo ordeñadas por máquinas extractoras de leche”. Y no, no seremos nosotros quienes juzguemos ningún tipo de filia sexual. La premisa es básica: si no hace daño a nadie no merece condena ni ridiculización. Cada cual con su rollo.

El problema es que en este caso puede que sí se haga daño. Como advierten desde Xataka, “el problema es que este mercado no está regulado en la mayoría de países y puede ser propenso a la explotación”. Sabiendo lo que sabemos del proxenetismo y la prostitución, es fácil pensar cómo la lactofilia de muchos hombres podría conducir a estructuras de abuso sobre las mujeres lactantes. Una vez más. Además, “expertos y médicos han hecho sonar la alarma sobre los peligros que entraña esta práctica, advirtiendo que la leche sin analizar puede contener virus, bacterias y drogas dañinas”. Después de todo, se trata de un mercado negro. No puedes fiarte para nada de nadie.