Tu nivel económico hace que veas más o menos a tus amigos

Sí, la amistad también es una cuestión de clase

Tus ingresos y los de tu familia determinan si puedes quedar más en persona o menos con tus amigos. Y eso también afecta a tu salud mental. Un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha puesto de manifiesto que las dificultades económicas no solo afectan el bolsillo, sino también las relaciones sociales de los jóvenes, con efectos directos en su bienestar emocional.

El informe, basado en entrevistas a 3.000 jóvenes españoles de entre 18 y 29 años, revela una brecha significativa: mientras el 20% de los jóvenes sin problemas económicos tienen bajos niveles de interacción presencial, ese porcentaje se dispara al 47% entre quienes afrontan dificultades económicas. Para algunos, estas interacciones cara a cara apenas suman tres horas semanales, muy por debajo de las casi diez horas que dedica la media. Y las consecuencias son evidentes: sin suficientes momentos compartidos con amigos, muchos no saben a quién acudir cuando necesitan ayuda emocional o práctica.

El ocio se ha privatizado

El estudio señala un cambio cultural que agrava esta situación: el ocio se ha “privatizado”. Según explica a El País Joan Miquel Verd, coautor del informe, lugares tradicionales como bares de barrio o parques han perdido protagonismo frente a actividades que requieren un gasto económico, como el cine, los conciertos o los centros comerciales. Para los jóvenes con pocos recursos, este cambio significa quedarse al margen. “Si no puedes seguir el ritmo de vida de tus amigos, acabas sintiéndote aislado”, explica Verd.

Esto es algo que muchos vamos notando a medida que crecemos y vamos tomando caminos distintos a los de nuestros amigos en la vida. ¿Cuántas veces no hemos perdido el contacto con determinadas personas porque no nos podíamos permitir los planes que proponían?

El aislamiento no solo reduce la lista de amigos; también afecta el estado emocional. Entre los jóvenes con menos interacción presencial, el 21% dice no tener a nadie con quien hablar si se siente triste o infeliz. Y, aunque las redes sociales compensan parcialmente este vacío para los hombres, no ocurre lo mismo con las mujeres. De hecho, las jóvenes de entre 18 y 19 años reportan los mayores niveles de malestar emocional, a pesar de ser las que más horas dedican a las interacciones online.

El mensaje del estudio es claro: el dinero puede no comprar la felicidad, pero sí influye en cuántos momentos felices compartes con tus amigos. Y en un entorno donde el ocio y las relaciones están cada vez más ligadas al poder adquisitivo, la brecha social no solo se mide en ingresos, sino también en compañía.