Potencié mi inteligencia erótica para empezar a tener sexo como una diosa

Existen siete claves para empezar a entender el sexo desde la confianza en ti y la seguridad con tu deseo

Me encanta el sexo, pero a veces tengo que admitir que me entra el miedo. Me como la cabeza y de tanto pensar en cómo innovar, cómo satisfacer a mi pareja a la vez que me llevo a mí misma por caminos insospechados. La verdad se me cae el calentón de tanto pensar y lo acabo dejando para otro día. Tengo prejuicios con el sexo, como todo el mundo. A veces parece que como no soy una mujer explosiva o con unas fantasías tan claras como me gustaría, no puedo ser la compañera que todos desearían en la cama. Todes tenemos altibajos, me imagino. En los momentos más álgidos suelen decirme que estoy buena mientras me agarran las nalgas y nuestras piernas se pelean por llegar a algún lado. Me susurran, gritan, gimen. Yo me lo trago a medias. Vamos, que me como la cabeza.

Por lo que leí en el libro Sexo Real, de los sexólogos y pareja Mike Lousada y Louise Mazanti, es muy habitual que tengamos rayadas con el sexo. Hay muchos elementos que influyen en nuestra forma de follar: desde cómo fuimos educados, hasta la publicidad o la información que consumimos pasando, claro, por el porno. A ellos, el porno los traumatiza por el aguante, por el tamaño, por la actitud. A nosotras, por las tetas, la forma de la vagina y, sobre todo, porque nunca tenemos derecho a ser el centro de atención. Lo de que nuestras referencias sexuales suelen ser tóxicas y que lo único que hacen es expandir nuestra inseguridad ya lo sé. Pero el libro promete: daba siete claves de mindfulness erótico para recuperar tu inteligencia sexual. Ejercicios que pasan de la imaginación a la masturbación. Tomando nota de todo. 

¿Sería la receta para despojarme de mis inseguridades? ¿Encontraría mi camino para dar rienda suelta a mi imaginación? ¿Podría empezar a comunicarme mejor

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No salí mal parada del primer ejercicio: entender de dónde vienen tus prejuicios con el sexo. Mis padres nunca han sido mojigatos ni religiosos ni me han hecho entender que desear mi propio placer es malo, sucio o pecaminoso. Lo contrario, me crié en un entorno bastante libre, donde estar en bolas no era una vergüenza. He hablado de cunnilingus y felaciones con mi madre desde antes de los 15 años obviamente, siempre le decía que la idea me daba asco y el porno nunca me ha ocupado demasiado porque no me gustaba excitarme con algo hecho con tan mal gusto, aunque me excita. Esa es una de las contradicciones que encontré en mi concepción del sexo. También que no me atrevo a definir mis fantasías y mucho menos llevarlas a cabo sin perder el subidón por tanta logística.

Detectadas mis carencias, entro en materia. Una clave, un ejercicio, os comparto solo cuatro, que considero el nivel de iniciación. Después de leer cada capítulo, los autores me someten a cuestionario sobre mi vida sexual. Para hacerlo, busca un lugar que te inspire, prende velas, sírvete una copita de vino y deja volar tu imaginación para contestar a las preguntas. Necesitarás libreta, lápiz, soledad y, a veces, las manos libres. Y recuerda: todo lo que respondas será para aprender. No hay aciertos ni errores. El objetivo del mindfulness es conectar contigo sin perderte en tribulaciones místicas, así que bienvenides a lo más profundo de mi intimidad.

1. Comprende tu deseo

¿Cuáles son las experiencias sexuales más profundas que has tenido? Con desconocidos que me gustaban mucho y también con mi pareja actual. La primera vez que follamos fue fulminante y luego aprendimos a usar juguetes. ¿Cuáles han sido las peores? Sin duda, cuando un tipo de masturbaba y era tan joven que me daba palo decirle que me hacía daño para no hacerlo sentir como un idiota. Casi me arranca el clítoris. Otro momento muy desagradable es intentar meter a alguien en tu cama para hacer un trío y no ver el momento de lanzarte. Qué bochorno. ¿Qué tienen en común tus mejores amantes? Atención por el detalle y seguridad. ¿Empiezas tú o él? Él, siempre. Soy una cagada. ¿Por qué practicas sexo? Me mantiene viva y me da energía. Nunca lo he visto como algo competitivo ni como un logro social, pero un orgasmo, para mí, es bienestar. ¿Has sido siempre sincera? No, claramente me he comido muchos marrones por el miedo a hablar con quien tenía en frente. No creo haber llegado a perder la integridad ni hacer algo que no quería pero desde luego, expresándome mejor, hubiera podido llegar a experiencias mucho más plenas

Conclusiones: después de responder, ¿te sientes empoderada, triste o crítica contigo misma? Estoy empoderada porque entiendo dónde están mis carencias, aunque creo que me queda mucho camino por recorrer. Triste no, pero frustrada, un poco sí. Empiezan a dibujarse mis tendencias en el sexo. Seguimos.

2. Descubre tu identidad sexual

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Acabo de aprender que cada uno de los aspectos de mi personalidad que entran en juego cuando tengo sexo se llaman "minipersonajes". Esto es... la timidez, la imaginación, la animalidad... cuantos más minipersonajes pueda explotar, mejor será para mis relaciones. Piensa que todos son distorisiones de la realidad y que tú los ves exagerados, pero los demás no. Aprovéchate de ellos para entrar tranquilamente a los juegos de la pasión. Este ejercicio va de superar la vergüenza: se trata de cerrar los ojos y de recordar un momento bochornoso, ¿dónde lo sientes? Yo en el abdomen, como un pinchazo. Después del ejercicio, estira y respira para ver cómo expulsas el sentimiento de vergüenza. Con conciencia, puedes alejar de ti lo que te asusta. También te enseñará a poner palabras a tus fantasías. Y también, y más importante, te enseñará que eso que a ti te parece una bola imposible de tragar, puede ser usado en tu favor, como una máscara. ¿Qué tal si en lugar de ser tímida utilizas tu timidez como excusa para canalizar todas guarradas que tienes en la cabeza? Vamos progresando, ¿no?

Por fin llega el ejercicio que tanto tiempo llevaba esperando: entender qué deseo más allá del sexo tradicional, por poderoso que sea. Lista: pon aquí todo lo que se te ocurra, por loco o fragmentario que te parezca. Piensa en los momentos en que más te has excitado en el pasado, qué te gustaría hacer o qué imágenes te han puesto tan cachondx que has tenido que buscar un escondite para ir a masturbarte. Si no se te ocurre nada, piensa en la persona más sexual de tu entorno y piensa qué haría en tu lugar. Otra forma de superar los traumas es: visualízate teniendo sexo y piensa en una situación contraria.

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3. Estar presente

Muchas veces, follamos con la cabeza. Nos imaginamos las fantasías más locas, pero somos incapaces de conectarlas con nuestro cuerpo. Hay que tener la carne muy preparada para el sexo porque, al final, el contacto está en lo físico. En este capítulo vamos a hablar de hacer presentes todas las partes de nuestro cuerpo. Empieza por un ejercicio de relajación al uso: fíjate qué partes del cuerpo tienes tensas y relájalas una a una: los dedos de los pies, el abdomen, la lengua... respira profundamente. Una vez hayas revisado todos los rincones, empieza a acariciarte con las yemas de los dedos para ver cuáles son tus puntos más sensibles. A mí me dan escalofríos cuando paso mis dedos por todo el abdomen, sobre todo los oblicuos, y detrás de la oreja. Creo que son mis zonas favoritas para estimularme. Sigo, pezones, labios. Y empiezo a investigar nuevas técnicas de masturbación para entender mejor los entresijos de mi vagina. 

4. Comunicación efectiva

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Es la hora de poner sobre la mesa lo que has aprendido sobre ti. La libreta está llena de ideas, tu cuerpo, relajado y satisfecho. Pero también es importante que puedas hablarlo con tu pareja. Regla número 1: el mensaje tiene que ser claro, detallado y sin risitas. Habla de sueños y de lo que te imaginas en un momento que hayas reservado para el sexo, aunque no puede ser en pleno polvo. Una cena, una tarde en el sofá de casa. Piensa también que no tiene por qué compartir tus fantasías. Escucha también, aunque no compartas las suyas y, sobre todo, dejad claros cuáles son vuestros límites. La imaginación no tiene fronteras, pero conocer las de tu pareja os ayudará a disfrutar sin agobiaros.

A mí estos ejercicios me han servido para conocerme más y para hacer un viaje hacia los escondites insospechados de mi interior. También que para tener buen sexo hay que ser valiente, que la pasión no es una chispa que se enciende sola... pero si encuentras la forma de prenderla, su llama ya no se apagará más.