Por qué cada vez más parejas duermen separadas

Dormir separadxs: mejor sueño, mejor sexo

Qué a gusto se está acurrucaditx con tu pareja en la cama, mientras os acariciáis, afuera hace frío y tenéis toda la tarde para vosotrxs. Pero llega la hora de dormir y tu novix se mueve como si estuviese poseídx por el demonio y no hay forma de que puedas descansar plácidamente. Todo es muy romántico en la teoría, hasta que llega la práctica y tienes que aguantarte los ronquidos de tu pareja. Aunque antes se veía como algo extraño, cada vez hay más relaciones que deciden separar habitaciones. Se llama “sleep divorce” (divorcio del sueño), y tiene muchas ventajas.

El sueño es importantísimo para nuestro bienestar. Regula nuestras emociones y nos sirve para tener un cuerpo sano, sin enfermedades, fuerte, y también la cabeza despejada. Afecta directamente a nuestra salud mental. Y si no se cuida, puede repercutir en nuestro trabajo, en nuestras relaciones y también en la calidad del sexo que tengamos.

Hay rastros de que los humanos hemos dormido en pareja desde la antigüedad. Dormir juntxs también se relaciona con la obligación matrimonial impuesta por la iglesia; todo con el objetivo de procrear. Pero también cada vez más se rompen las dinámicas obsoletas y tradiciones que en la práctica no funcionan. De hecho, en las familias ricas de clase alta separar dormitorios era algo común. Claro, porque es más difícil dormir separadx si tienes que encontrar un piso asequible con dos habitaciones en Madrid o Barcelona.

La opción de dormir separadxs no significa que nos queramos menos. Por eso, siempre hay que plantear esta opción desde el respeto y el cariño. Dormir separados tampoco tiene que afectar a la vida sexual. Al revés, puede que al tener un mejor descanso también tengáis más ganas. Y sobre todo, al estar separadxs, también nos aumenta el deseo, porque se rompe con la rutina y tenemos ganas de estar juntxs antes de dormir.

¿Cuáles son las razones para un ‘sleep divorce’?

Las necesidades no tienen por qué ser las mismas con tu pareja. Puede ser que tú seas una “morning person” de manual y a las seis de la mañana ya estés listx para prepararte el desayuno, pero tu pareja en cambio se quedaría hasta las dos de la madrugada viendo un capítulo de ‘Succession’.

Puede ser que tengáis estilos de vida diferentes, o problemas de insomnio graves que dificulten un descanso reparador. O que a ti te vaya bien un colchón duro y a tu pareja uno más blando. También que tu novix tenga apnea del sueño y tú no puedas dormir porque tienes un despertar muy ligero. Hay infinitas razones por las que no querrías dormir con tu amorcito.

Da igual cuáles sean las vuestras, todo es hablarlo. Con comunicación y confianza. Porque al final se trata de eso, repensar la norma para tener relaciones más felices y satisfactorias.