La única explicación razonable que le encuentro a que, de repente, todo el mundo esté emparejado es que sea un efecto secundario del confinamiento. Puede que la gente tenga miedo a que volvamos a la fase 1 y no tener con quien dar un paseo o quedar en la sección de bollería para lanzarse miraditas furtivas. Sinceramente, no tengo ni idea de qué está pasando, pero la cuestión es que el otro día, por la calle, descubrí un papel en una farola que promocionaba speed dating online. Ya sabes, esas citas rápidas de toda la vida, pero desde casa y sin tener que fingir que vas al baño con el bolso para huir cuando no te vean. ¿A partir de ahora, mis citas van a ser solo a través de webcam y con zapatillas de estar por casa? Es evidente que desde que estalló la pandemia, nuestra forma de ligar ha evolucionado mucho. Más de una vez te habrás preguntado cómo vas a conocer a tu próximo/a crush si no puedes salir de fiesta y mucho menos ir a afters de más de 10 personas. A pesar de esto, nos adaptamos lo mejor que podemos. Y, una cosa te digo, a algunos, lo de llevar media cara tapada por la mascarilla nos ha venido bien porque hemos pasado de ser un cinco pelado a, por lo menos, un notable bajo.
Un estudio reciente realizado por la Universidad de Pensilvania ha confirmado que somos más guapos con mascarilla porque al solo estar visibles los ojos, la desigualdad de nuestro rostro desaparece y, recuerda, simetría siempre es sinónimo de belleza. Y no solo eso, nuestro cerebro tiende a completar la parte que no vemos y, claro, nuestra imaginación es sabia y vemos un Henry Cavill donde, en realidad, hay un Enrique Ponce. ¿Me estaba arriesgando demasiado intentando conquistar a alguien mostrando toda mi cara? ¿Los píxeles de la webcam serían suficientes para parecer más guapa de lo que en realidad soy? No me lo pensé mucho y me apunté al evento de las citas rápidas. Hasta ahora solo lo había visto en las películas en las que ponen a extraños sentados en mesitas redondas colocadas en fila y van rotando cada uno cinco minutos. Esto prometía ser lo mismo, pero con menos tiempo. Solo te daban 2 minutos para hacerte una idea de si querías un segundo encuentro con esa persona. En resumen, era un chat roulette, pero sin penes.
A las ocho de la tarde del domingo me trasladé del sofá a la silla del escritorio de mi casa para empezar mis citas, así que ni siquiera me esforcé en cambiar mi pijama por algo más decente. No tenía muchas esperanzas depositadas porque reconozco que, al principio, pensaba que apuntarse a este tipo de citas era sinónimo de estar demasiado desesperado/a. Unos segundos después apareció el primer candidato.
Se llamaba Javier, tendría unos 26 años y vestía con una camiseta de Pokémon. Me contó que era programador y que estaba ayudando a la web a mejorar algunos detalles de las citas. Ya llevaba 3 semanas acudiendo a ese speed dating y había conocido a gente, aunque no lo dijo muy convencido, ni tampoco dejó claro si hablaba de conocer en el sentido de follar o de amistad. Le di muy poca información sobre mí y me limité a saber de él que es lo que suelo hacer en mis citas. Es mejor no contar mucho de ti al principio para que tarde en descubrir que no eres tan normal como pareces. Solo le conté que era periodista y, por supuesto, no le confesé que iba a hacer un artículo sobre nuestra cita. Solo tenía dos minutos para conocerlo y tampoco quería que se agobiara. Le dije que me recordaba a un influencer que se llama Manuel Huedo, pero él no sabía quién era y me contó que tenía muchos dobles por el barrio. El contador ya estaba llegando a su fin, así que fui educada y me despedí. Al acabar, la web te preguntaba si querrías una segunda cita. Respondí que no. No sentí ningún tipo de feeling ni tampoco me atrajo físicamente. Next.
Tras varios minutos intentando encontrarme otra cita, por fin salió Alfredo. Era un tipo peculiar y novato como yo en esto de los encuentros amorosos online. Llevaba una perilla muy larga recogida en una coleta y su casa estaba decorada con telas muy grandes de mandalas. Hablaba mucho y muy rápido. Me contó que había hablado con dos señoras antes que conmigo y que trabajaba con personas de movilidad reducida, así que la conversación fue un poco bajona en ese momento. No sabía de qué hablar y los dos minutos se me hicieron un poco largos. Esta vez tampoco noté conexión más allá de la que sientes con el vecino con el que coincides en el ascensor sin mediar palabra.
Al acabar la cita, la web se bloqueó y ya no me salieron más pretendientes. Javier tendría que volver a revisarla y mejorarla. ¿Me ha servido para algo apuntarme al speed dating online? La verdad es que no. Las expectativas que tenía, que ya eran bajas, se cumplieron. Me sentí como un Sim intentando coquetear. Prefiero las citas clásicas que son cara a cara y que acaban con despedidas incómodas porque no sabes si darle la mano o un morreo.
Los amores que se solidificaron durante el confinamiento creo que serán invencibles y los que surgen ahora me parece que son igual de mierda que los de antes del Covid, así que, dadas las circunstancias, solo me queda decirte que aproveches estos meses de tener que ir mascarilla porque es cuando más guapo/a vas a estar. Y ya está, tú no te rayes.