Cada día es más difícil ligar como antes. Nuestros ritmos frenéticos y la atomización de nuestras relaciones hacen que cada vez sea más complicado conocer gente a la antigua usanza. Por eso, nos encantan aplicaciones como Tinder, Bumble o Hinge, que nos permiten estar en contacto más fácil con gente diversa, aunque la experiencia pueda llegar a ser degradante. Una de sus mayores ventajas es que, si vives en una gran ciudad, puedes llegar a conocer gente con tus mismos intereses a la que quizá no podrías acceder ni de coña por casualidad.
Pero ¿qué pasa si vives en una ciudad pequeña? ¿Vale la pena abrirse una de estas aplicaciones si te conoce todo el mundo? ¿Se puede hacer con dignidad?
En Yorokubo se hicieron la misma pregunta y encontraron diferentes testimonios que les hablaron sobre cómo superar esa barrera.
El primer consejo es ampliar el ratio de búsqueda. Tiene sentido. Así como en Barcelona ajustarías tu ratio a 1 km a la redonda, quizá en una ciudad pequeña te interesa no solo conocer a la gente que ya tienes más vista que a tu perro, sino también chixcs que vivan a los pueblos aledaños y que puedan darte vida nueva a tu historial sexual. Como cuenta Tomás, de 29 años a Yorokobu, “el principal problema es que por mucho que sea Internet, al final, las fotos que te salen son de la misma gente que ya conoces de tu pueblo y del pueblo de al lado”. Unos 150 kilómetros podría estar bien.
También tendrás que pensar más en qué pones o no en tu perfil. Si te da vergüenza que pueda tener tus fotos eróticofestivas toda tu familia o el panadero, mejor guárdatelas para ti misxm. Ojo, siempre que te dé apuros. Se vale decir que todo te da igual, olé tú. Pero es cierto que si es un pueblo pequeño este tipo de cosas pueden ser la comidilla de la atención del pueblo durante unos días, por lo que piensa bien qué descripción vas a poner. La opción de bloquear en este caso también sería una buena opción.
Transporte público y mucho ojo con las horas
Mejor con transporte propio o con horarios en los que sepas que pasa el bus. Imagina esto: quedas con alguien, tenéis un polvo regulín y quieres volver a tu casa cuanto antes, pero... no hay transporte público que te traiga de vuelta. Por eso, mejor contar con tu propio coche para poder escaparte cuando quieras, o también puedes tener en cuenta los horarios del autobús y que no se te pase.
Si vives en un pueblo muy pequeño y la otra persona también, está bien que acordéis un punto intermedio donde desplazaros, como también nos recuerdan en Yorokobu. Seguro que así dolerán menos los céntimos invertidos en gasolina.
Aunque a veces pueda parecer que ligar en una ciudad pequeña es más difícil, no tiene por qué ser menos divertido que en una gran ciudad. Ligar por aplicaciones puede abrirnos la oportunidad de entrar en círculos que creías cerrados y quién sabe, quizá encontrar al amor de tu vida.