Que nuestra sociedad lleva varios años inmersa en una polarización política extrema es muy evidente. Lo ves en redes sociales. Lo notas en la prensa. Lo sufres en las comidas de familia. Incluso en las de colegas. Y esa polarización política está degenerando, según una investigación titulada Amor y política: polarización afectiva y relaciones de pareja en España, del politólogo José Miguel Rojo, en que la gente ya no quiera ni pensar en tener una relación romántica con alguien que piensa diferente. Pero no parece ser una cuestión de valores. Lo curioso, según este estudio, publicado en la Revista Española de Sociología, es que el verdadero punto de conflicto son los partidos.
Porque la ideología tiene matices. Tú puedes pensar que los impuestos progresivos hacen que la vida de las personas vulnerables sea mejor y tu pareja puede pensar que el conjunto de la sociedad estaría mejor si no los hubiera, pero ahí podéis argumentar y debatir. Ahí sí tenéis una oportunidad de encontraros. Simplemente tenéis que ser humildes y no hablar desde el ego. Pero con los partidos la cosa cambia. Según eldiario.es, “el partidismo actúa como una identidad de grupo que refuerza sesgos y prejuicios hacia quienes no comparten la misma etiqueta política”. Es una especie de tribalismo moderno. Un nosotros contra ellos. Aunque tiene sus curiosidades.
Las mujeres no quieren salir con hombres que votan a la derecha radical
Por ejemplo, y siempre según el estudio de Rojo, los partidos de toda la vida como el PSOE o el PP no generan tanto rechazo romántico como los nuevos partidos tipo Vox o Unidas Podemos. Además, parece ser que quienes votan a partidos de izquierda muestran más rechazo hacia potenciales parejas de derecha que a la inversa. El famoso aunque sea una mala racha, no te folles a un facha. La teoría de Rojo es que para la gente de izquierda la política es una cuestión más personal. Y tiene sentido. Que otras personas nieguen derechos a las mujeres, a las personas LGTBIQ+ o personas de otras etnias duele y enfada. La empatía sufre. La frustración crece.
Por último, y esto es de cajón, las mujeres muestran más reticencias a salir con hombres que votan a la derecha radical. Obvio. La gran mayoría de mujeres no quieren tener al lado a alguien que promueve un mundo en el que ellas sigan siendo secundarias y sumisas. Y aquí el problema no es la polarización afectiva. Que tú no quieras tener una relación con alguien reaccionario es estupendo. Lo que deben cambiar son las ideas retrógradas de algunos partidos. Todo lo demás es echar balones fuera. Sí, la polarización afectiva es una movida que segrega las comunidades, pero es inevitable cuando un movimiento como el de la ultraderecha se expande así.