Dicen que no existe peor ciego que el que no quiere ver. Y en lo que respecta a la felicidad humana, a la posibilidad de vivir una existencia de calidad, la gran mayoría de gente no quiere ver. O no lo dejan ver. Al fin y al cabo, la publicidad, el consumismo y toda la maquinaria del sistema se esfuerzan muchísimo por orientar a la sociedad en la dirección incorrecta. No, ese dispositivo de última generación no traerá la felicidad a tu vida. Ni la compra de una casa. Ni siquiera el trabajo que siempre quisiste. En realidad, y como prueba irrepetiblemente el estudio sobre la felicidad humana que Harvard inició en 1938, la clave de la felicidad son siempre las relaciones sociales. El debate está más que zanjado.
Y ese relaciones sociales engloba muchos tipos de relaciones. Desde las microinteracciones sociales con tus vecinos o la persona que te vende el pan cada mañana a tu grupo de amigos, tu familia, tu pareja si la tienes e incluso tus compañeros de trabajo. En el apoyo que te dan, en los esfuerzos que haces para cuidar esas relaciones, en el vínculo emocional que sentís, está la raíz del bienestar. Sin embargo, y como cuenta el psiquiatra Robert J. Waldinger en su ensayo Una buena vida y en charlas como esta, el verdadero núcleo de tu felicidad está en esas dos personas a las que llamarías en mitad de la noche si necesitas ayuda. Detente un momento. Piénsalo tranquilamente. ¿Las tienes?
Quizás una de ellas sea tu hermana. O tu mejor amigo. O tu madre. Da igual. La cuestión es que si tienes un problema, si quieres recibir apoyo de alguien, ellas dos acuden a tu cabeza muy rápidamente. Y no solo cuando ese problema necesita ser resuelto. También cuando fue resuelto y necesitas simplemente desahogarte. Como dicen desde Trendencias, “compartirlo con una amistad nos ayuda a volver a la calma”. Y no te confundas: tu padre también puede ser una amistad. Y tu pareja. Y cualquier persona que sepas que siempre está ahí. Pase lo que pase. Y si son más de dos pues genial. Tienes un círculo muy potente. Pero contar al menos con dos personas así resulta imprescindible.
”Todos necesitamos al menos dos relaciones llamadas seguras: aquellas que llames cuando llames y sea cuando sea, tienes la certeza de que estarán para ti cuando te haga falta. Y para que ese pequeño círculo de confianza no se pierda es importante cuidar esas amistades o relaciones del tipo que sea”, apuntan desde dicho medio. Porque esa es la cara B del estudio de Harvard y de la felicidad humana: no viene dada sin más, sino que nace de la dedicación a las relaciones sociales. Por eso es tan importante tener todo esto en cuenta y no dejarse llevar por los cantos de sirena del dinero o del éxito. No es ahí donde deberías invertir tus energías. Es en esas personas especiales.