Hiperindependencia en la pareja: os sentís como compañerxs de piso

Es consecuencia de un patrón de autoprotección conocido como patrón de retirada mutua

De la dependencia emocional dentro de las relaciones románticas se escribe mucho. Y se habla mucho. Y no hay demasiada duda: un exceso de interdependencia puede ser bastante perjudicial para la pareja a largo plazo, así como para el resto de relaciones sociales de cada uno de lxs dos miembrxs de la misma. Sin embargo, y según cuenta la psicoterapeuta especializada en terapia de parejas Tasha Seiter, harías muy mal en pensar que el polo opuesto, la hiperindependencia dentro de las relaciones románticas, es precisamente el camino correcto a seguir. Y es que no: el punto saludable se encuentra en un lugar intermedio. Demasiada independencia emocional juega en vuestra contra.

Y normalmente surge, siempre según esta especialista, de lo que ella llama un patrón de retirada mutua. “En lugar de tener conversaciones difíciles, ambos miembros de la pareja han aprendido a cerrar sus propias necesidades o a volverse autosuficientes en lugar de recurrir el uno al otro en busca de contacto, cuidado y consuelo”. En los momentos complicados, en los periodos de bajón de la relación, decidisteis no hablar demasiado sobre el tema para no generar conflictos y aprender a estar bien solos. Os liberasteis del apego. Eliminasteis la presión sobre la otra persona a la hora de satisfaceros. Y con el tiempo habéis acabado sintiéndoos como simples compañerxs de piso.

Porque el proceso se retroalimenta. En palabras de Seiter, “cuanto más insatisfechas sean las necesidades de cercanía en la relación, más aprenderá cada uno a sobrellevarlas alejándose. Es una bola de nieve silenciosa de distancia emocional en la que cada miembro se retira a su propio rincón de la casa, dejándola vacía del amor y la risa que cada uno anhela”. Suena verdaderamente descorazonador. Un mecanismo de supervivencia instintivo pero muy triste y muy dañino. Con el tiempo, si no se revierte la situación, si seguís sin responsabilizar a la otra persona de parte de vuestro bienestar, os alejáis tantísimo que ya no hay manera de recuperar el vínculo de antaño.

¿Cómo evitarlo una vez dentro de esta dinámica? La respuesta es tan intuitiva que casi resulta innecesario escribirla: “el antídoto contra este patrón es volverse el uno hacia el otro”. No tener miedo a depender un poquito de la otra persona. De sus caricias. De sus abrazos. De su escucha activa cuando tienes un mal o cuando estás full de entusiasmo. De su deseo sexual. De su lujuria. Y si no te lo proporciona, si ya no quiere dártelo a pesar de que lo reclames, la solución no es volverse hiperindependiente dentro de la relación sino marcharse en busca de una que sí te ofrezca lo que necesitas. Y lo mismo a la inversa. Dejaos de esconderos en vuestros caparazones. El amor es vulnerabilidad.