A estas alturas de tu vida ya te habrás topado con unas cuantas personas de este palo. Como cuenta la profesora de filosofía Ana Gotlib, del Brooklyn College de Nueva York, en un artículo para Aeon, el síndrome main character “es una tendencia a ver la propia vida como una historia en la que uno siempre es el protagonista principal y todos los demás son, en el mejor de los casos, personajes secundarios”. Y se nota a la legua quienes lo sufren: todo lo que hacen está orientado a satisfacer sus necesidades, sus deseos y sus perspectivas, ignorando las ajenas de una manera totalmente descarada. Están inmersas en su fantasioso camino del héroe. En su guion perfecto. En su trama fílmica.
Y obviamente no es únicamente un problema individual. Piensa en ese chaval del autobús que escucha vídeos de TikTok con el volumen nivel sois figurantes de mi movie y ni me planteo que pueda molestaros. O esa chica que se enfada con la gente del metro que entra y sale del vagón porque le estropean su selfie. Ahí tanto egocentrismo en esos actos que terminan afectando a quienes lo rodean. Te tratan como si no fueras más que un NPC. Un accesorio. Un extra. Y la situación es mucho peor cuando la persona que padece main character, un síndrome no diagnosticado, no es un desconocidx más con el que te cruzas por la calle, sino alguien con quien debes lidiar constantemente.
Te toca poner barreras
En este sentido, la asertividad es tu principal escudo. Oye, no me gusta cuando haces eso porque me haces sentir como si no importara. Hay gente capaz de abrir los ojos y salir del main character, especialmente cuando se alejan un poquito de unas redes sociales que claramente potencian el síndrome. Otras no. Otras están tan convencidas de ser las protagonistas absolutas del relato del mundo que nunca terminan de cambiar y de tenerte en cuenta como mereces. En esos casos solo queda una alternativa: poner barreras entre tú y ellas. Porque no tienes por qué aguantar que te traten como a un fantasma. No tienes por qué sufrir su narcisismo. Que te borren de sus guiones ya.
Una de esas barreras, una muy importante, pasa por no proporcionarles tu atención. Porque es lo que más desean en el mundo. Sin que la gente les mire, les salude y les haga sentir importante no hay El show de Truman que valga. Su síndrome se alimenta de ello. De tener likes. De ser percibidxs. De ser admiradxs. Y te basta con una regla simple: no vas a darle espacio a quien no te lo dé a ti. Simple pero efectivo. Y si es una persona a la que quieres, alguien de tu familia o de tu grupo de amigos a la que te dolería dejar a un lado, siempre puedes probar con la técnica opuesta: darle amor de verdad para ver si despierta de su peli con una conexión auténtica. A veces funciona. A veces no.