Casarse ya no va de amor: va de dinero

Una investigación revela que en España te cuesta de media 16.175 euros

Hubo una época en la que vivir con tu pareja sin estar casadxs estaba fatal visto. Te condenaba socialmente. Había una fuerte herencia católica que aplastaba cualquier otra manera de vivir las relaciones. Hoy no. Hoy es lo más normal. Y es obvio que hay mucha menos gente que quiere casarse que antes. Probablemente porque ya no le ven tanto sentido ni el beneficio necesario. Quizá también, al menos un poquito, porque lo de casarse en el 2025 es algo cada vez más grotesco económicamente y no todo el mundo puede permitírselo. Y sí, algo recuperas con lo que te dan lxs invitadxs, pero es que la cifra es tan loca que muchas parejas simplemente pierden mucho dinero.

Para que te hagas una idea, y según una investigación de la plataforma europea de ahorro Raisin, casarse en España te cuesta de media 16.175 euros. DE MEDIA. Porque la distribución geográfica del coste es bastante desigual. Si vives en la Comunidad de Madrid, en Cataluña o en el País Vasco, ten por seguro que te va a costar más cara que eso. De hecho, es relativamente normal que algunas parejas gasten más de 30.000 euros en organizar su boda. Es una locura. Sobre todo si no tienes una familia que pueda y quiera ayudarte. Te toca ir separando de lo que ganas para ahorrar y ahorrar hasta que te cuadren los números. La gente se pasa uno o dos años haciéndolo.

¿De verdad merece la pena? Pues eso depende de cada pareja. En unas generaciones tan precarias laboralmente como la millennial o la Z, casarse puede considerarse un lujo secundario. Uno que igual te hace ilusión pero que va por detrás en prioridad de otras cosas como comprarte una casa o tener ahorros para tener un bebé sin agobios. Si te va bien en la vida, si como pareja os lo podéis permitir y os hace ilu, pues adelante, os metéis en el jaleo. Pero si os va a dejar la cuenta tiritando pasáis porque estar casadxs no es el final goal. Luego dirán que la gente ya no cree en el matrimonio. Bueno, en lo que no creen es en que el matrimonio merezca vivir en la pobreza.

Porque está claro que se ha convertido en un negocio. Uno con el que sufren no solo quienes organizan las bodas, sino también quienes asisten. Yo tengo un colega que tiene nueve bodas este año. Suerte que tiene buen trabajo y sueldo. Yo no podría ir a más de dos o tres. Y ya es una barbaridad. El regalo. El desplazamiento. El alojamiento. El outfit. Te pones a sumar gastos y en las vacaciones de julio te tienes que quedar en el salón llorando envidia. Por eso hay gente que va a la despedida pero no a la boda. Es más divertido y cercano. Y a todo no se puede. De verdad que no.