‘Quiet ambition’ o por qué la generación Z ya no quiere escalar en las empresas

Priorizar la salud mental y el tiempo libre es lo que nos importa

Jornadas extenuantes de 15 horas, trabajar los fines de semana, estar disponible a cualquier hora del día y tener la presión de toda una sección o departamento de tu empresa sobre las espaldas. A muchxs jóvenes ya no nos renta escalar en la empresa en la que trabajamos y matarnos durante los años de nuestra juventud para llegar a ser jefxs. ¿Para qué, si eso tiene que significar una renuncia gigante en nuestra calidad de vida? Esto es lo que está ocurriendo al menos en Estados Unidos, donde una gran masa de trabajadores está renunciando a la “ambición”. Al fenómeno le llaman “quiet ambition”, y ya supone un reto para algunas empresas, que se están quedando sin directores y jefxs.

La generación Z está redefiniendo qué significa tener éxito en la vida. Un estudio de la compañía Visier encuestó recientemente a 1.000 empleadxs individuales a tiempo completo con sede en Estados Unidos sobre sus ambiciones y perspectivas laborales. Y los resultados son esclarecedores: solo el 4 % de lxs entrevistadxs tiene entre sus objetivos que lo asciendan. Un 38 % están interesados en coordinar algún tipo de equipo en la empresa y el 62 % prefiere quedarse en donde está.

La mayoría da estas razones para rechazar el cargo: las responsabilidades asociadas, el estrés y la presión. Y es que cuesta creerse el cuento. Ese que nos decía que el éxito por el éxito es a todo lo que tenemos que aspirar en la vida. Que llegar a la cima de una empresa es todo lo que nos puede interesar. Sabemos que no nos define solo el trabajo. Los Z estamos cambiando esto. Aunque los encuestados dicen que se lo pensarían si el cargo llegara con un aumento muy significativo y grande del sueldo. Porque esto también pasa: te ascienden, asumes más responsabilidades y te cargas con más estrés, pero lo que te pagan de más es mísero, y eso, si te lo pagan.

Equilibrio personal

Más de la mitad (55%) de los encuestados dice que un equilibrio positivo entre la vida personal y laboral es una cualidad que buscan en el lugar de trabajo.

Al parecer eso puede suponer un problema en las empresas. Sobre todo aquellas con una cultura corporativa rancia y viejuna pueden verse perjudicadas. ¿Quién querrá asumir los puestos de dirección entonces? Lo que nos importa es el equilibrio entre la vida personal y la vida laboral, el tiempo para nosotrxs mismxs y un entorno de trabajo relajado y flexible. Las empresas tendrán que adaptarse o morir. Lo bueno es que la gente que ocupe a la larga esas nuevas posiciones de poder llegarán con una cultura nueva y, eso, puede favorecer a cualquier persona trabajadora esté en la posición que esté.