Una de las cosas más aterradoras de la nueva ola ultraderechista, que se está expandiendo por todo el mundo como un virus, es que tiene el apoyo de una casta empresarial megapoderosa que ingenuamente llegamos a creer que estaba de nuestro lado: los Elon Musk, Mark Zuckerberg y demás tecnócratas propietarios de empresas aparentemente progres. El jardín de la revolución tecnológica, Silicon Valley, ha abandonado a la gente decente. Por el contrario, y como estamos viendo estos últimos días en respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido contra las mujeres trans, las cuales ya no podrán usar espacios reservados para mujeres, Hollywood sí está dispuesta a plantar cara a la barbarie.
Hay un ejemplo paradigmático. Por un lado, tenemos al neofascista de Musk rechazando públicamente a su hija trans. Sí, su ideología transexcluyente es tan rígida que ha llegado a decir que fue asesinada por el virus mental woke. Es para echarse a llorar. Por otro lado, está Robert de Niro, un señor de 81 años que va por ahí dando entrevistas en las que pone la cara por su hija trans y muestra una y otra vez su apoyo incondicional. “Quise y apoyé a Aaron como mi hijo y ahora quiero y apoyo a Airyn como mi hija. No sé cuál es el gran problema. Amo a todos mis hijos”, ha dicho recientemente en un comunicado que ha mandado a multitud de medios estadounidenses. Para que se enteren todos de una vez.
No es la primera vez que De Niro hace uso de su voz mediática para luchar contra el neofascismo. En mayo de 2024, en las vísperas del juicio de Donald Trump por blanqueo de capitales, calificó al actual presidente estadounidense como un “payaso empeñado en destruir la democracia estadounidense”. Sinceramente, da gusto que haya gente poderosa con valores de tolerancia y diversidad. Son un contrapeso imprescindible a esa machosfera millonaria que quiere hacernos retroceder varias décadas en derechos sociales. Tampoco es, ni mucho menos, la primera estrella de Hollywood que se planta ante una cámara para reivindicar la cordura. Estas últimas semanas hemos presenciado muchos casos.
Como el de Pedro Pascal. Como ya te contamos en redes, en febrero el diseñador Conner Ives creó una camiseta para la defensa de las mujeres trans con la frase protect the dolls. Y ya ha recaudado 70.000 euros para la causa: el dinero va para la ONG Trans Lifeline, una red de apoyo financiero y emocional para un colectivo que en estos momentos debe ver con miedo el auge de la transfobia en todo el planeta. Lo de Reino Unido se percibe como el principio de un desastre. Lo bueno es que famosos como Pascal, Troye Sivan o Addison Rae van por ahí con su camiseta para recordarnos que esto hay que lucharlo. Que a la ultraderecha más peligrosa no se la frena quedándose de brazos cruzados.
De hecho, la actriz Jamie Lee Curtis lo decía hace poco en una entrevista para El cine de la Ser refiriéndose a la amenaza con la que vive su hija trans y el resto de personas en su situación: “Hay quienes quieren aniquilarla. Como si no hubiéramos aprendido del fascismo, como si no hubiéramos aprendido del resultado de eso. El exterminio de seres humanos. Eso es aterrador. Jamie Lee Curtis está asustada y tiene una voz y está tratando de usarla. Y tú también deberías. Así es como cambiamos las cosas”. El silencio en una situación así es complicidad. Y no hace falta ser De Niro o Pascal para romperlo. En el día a día. Es ahí donde está la lucha. Y es responsabilidad de todas.