Hitler. Mussolini. Franco. La ultraderecha del siglo XX estaba dominada exclusivamente por los hombres. Los tipos duros. Los de la mano de hierro. Los que querían a las mujeres sumisas encerradas en casa. Pero la ultraderecha del siglo XXI es muy diferente. En Europa, sin ir más lejos, tres de los partidos políticos de extrema derecha más relevantes están dominados por mujeres: Giorgia Meloni lidera los Hermanos de Italia, Marine le Pen lidera Agrupación Nacional y Alice Weidel lidera Alternativa por Alemania. Tres formaciones con un claro discurso anti inmigración y profamilia. Y tres formaciones que están subiendo como la espuma desde que ellas están al mando. ¿Pero por qué?
La periodista Paula Rosas reflexiona acerca de ello en una publicación para la BBC. Según ella, hay varias claves que podrían explicar por qué estos partidos de ultraderecha tienen más éxito con mujeres al volante y una de las más relevantes es que han suavizado su discurso contra la igualdad de género. Sí, siguen alentando el modelo tradicional de familia, pero no van por ahí diciendo que las mujeres tienen que quedarse en casa cuidando de los niños. Es un tradicionalismo más light. Más digerible. Menos disruptivo con los valores sociales que reinan en las sociedades europeas. Y esto les está valiendo una mayor simpatía por parte de muchísimas mujeres con ideas antiinmigración.
Por supuesto, cabe la posibilidad de que estas formaciones de ultraderecha estén creciendo tanto en manos de tres mujeres sencillamente porque son mejores líderes que sus predecesores. Tal vez por las capacidades individuales que tienen. Tal vez porque el liderazgo de las mujeres sea más efectivo. Oh dios mío qué ha dicho. En cualquier caso, y de ser así, es una desgracia que hayan decidido trabajar para hundir a las personas migrantes en situación de vulnerabilidad y para atacar a otras minorías. Que estén poniendo sus conocimientos y habilidades al servicio de unos discursos que tras mucho maquillaje son lo que son: patria, familia y orden. Lo mismo que en el siglo XX, vaya.
Sea como sea, hay otra pregunta que también deberíamos hacernos visto lo visto: ¿y si las formaciones de ultraderecha lideradas por mujeres están subiendo tanto también porque infinidad de hombres están muy contentos de votar a mujeres que le dicen al resto de mujeres que no vayan por la vida de feministas “radicales”? Para ellos puede ser como un cabello de Troya. Un virus que se cuela dentro del segmento femenino de la población y lo divide aún más. Un escudo frente al empuje del movimiento feminista global. No lo sabemos. No al menos con datos firmes. Lo que está claro es que estas líderes son un peligro para la democracia y vienen con muchísima fuerza.