Todas las machistadas que soportan las riders en su día a día

Les abren la puerta semidesnudos o directamente desnudos. Les escriben sin consentimiento. Les acosan

La lucha de lxs repartidorxs de comida a domicilio por unas condiciones laborales dignas viene de largo. Es una realidad que todo el mundo conoce. Una precariedad de la que eres bien consciente. Pero hay una cosa que resulta mucho más dura que ser rider: ser una mujer rider. Y es que a la inestabilidad, la baja remuneración y la falta de protección ante las condiciones meteorológicas se le suman una serie de machistadas de lo más grotescas que contribuyen a empeorar aún más la situación. La mayoría de las veces de parte de los clientes que les abren la puerta de casa para recoger el pedido. Otras veces de sus propios compañeros en los puntos de encuentro de riders.

Y varias de ellas han hablado alto y claro en este reportaje de eldiario.es. Una de ellas, por ejemplo, cuenta lo terriblemente habitual que es que los clientes les reciban semidesnudos. ¿Casualidad? En absoluto. Al fin y al cabo, las aplicaciones de comida a domicilio incluyen una foto de la persona que va a transportar el pedido. La mayoría lo hace siendo plenamente consciente. En circunstancias así, dice esta joven, “no les digo absolutamente nada, marco mi distancia, les doy su pedido y enseguida me marcho. Trato de ni mirarlos. Es muy fuerte cuando tratas con este tipo de gente que te quiere humillar”. ¿Lo peor? Puede ganarse una mala puntuación por no seguirle el rollo.

Otras veces los tíos van más allá y les proponen pasar o cosas peores. Especialmente cuando están en grupo. En ocasiones incluso antes de las entregas. En palabras de otra de estas mujeres, “tú los llamas para avisarles de que vas a entregarles el pedido, y entonces te empiezan a escribir y a decirte cosas como eres linda, me interesas”. ¿Te imaginas la presión? ¿Te haces una idea de lo que es subir las escaleras de un portal de un edificio que no conoces a exponerte a una persona que ya sabes que no entiende de limites? Es una mierda. Nadie debería tener que vivir eso en ninguna circunstancia, pero mucho menos mientras intenta ganarse la vida de la manera que puede.

Acoso entre compañeros riders

Sería bonito pensar que esas trabajadoras cuentan al menos con un lugar seguro en el que recuperarse después de entregas así. Que disponen de un espacio en el que encontrar apoyo después de que un tipo le haya abierto la puerta en pelotas o de que unos chavales le hayan acosado. Que tienen el respaldo de otras personas que experimentan la misma precariedad laboral y que comprenden mejor que nadie lo dolorosa que es la humillación en situaciones laborales. Sin embargo, y para tristeza de todas ellas, lo que se encuentran en muchos casos son entornos de reunión de riders en los que el acoso continúa. No son todos obviamente. Pero son suficientes para extender la agonía.

“Se han dado situaciones con algunos compañeros que igual no están muy bien de la cabeza. Actitudes tan incómodas que, por ejemplo, una compañero y yo nos tuvimos que ver obligadas a bloquear a otro compañero porque se obsesionaba u otro que cuando le ibas a dar dos besos te giraba la cara”, cuenta otra de las afectadas. Y no hay mucho más que puedan hacer. No hay un centro de trabajo. No hay mediadores. No hay protocolos antiacoso. Se tienen que buscar ellas solas las papas. Por eso debería crecer la presión social sobre todas esas empresas de reparto de comida a domicilio. Ellas son las que deberían tomar medidas. Las que deberían proteger a esas mujeres.