Los países que han planteado la app del consentimiento ya se arrepienten

Australia y Dinamarca han lanzado propuestas para que dos personas tengan que dejar por escrito que qiueren tener relaciones sexuales, pero tampoco funciona

Cuando empezó el debate del solo sí es sí, se llegó a plantear que una aplicación podría ser una buena solución: está al alcance de todo el mundo y puede funcionar como prueba en un posible juicio posterior si una mujer ha sido agredida. Las primeras reacciones decían que eso iba a romper la magia, que no habría lugar para la seducción y que lo iba a enfriar todo. Pero lo mismo se decía del condón cuando no estaba popularizado y al final todxs hemos aprendido que hay que usarlo y punto.

El problema qu ese han encontrado Australia y Dinamarca, los dos primeros países en probar la aplicación del consentimiento, ha sido muy distinto. Y es que si alguien te puede obligar a tener relaciones sexuales, también te puede forzar a sacar la aplicación, firmar el consentimiento y seguir violándote. No es fácil crear una aplicación que registre el forcejeo, la presión psicológica o la violencia que hay antes o después de registrar el "sí, quiero hacer esto". Otro problema es que es muy difícil marcar dónde está el límite del consentimiento y su duración. Si dices que sí quieres un beso, ¿estás obligada a tener relaciones? Si tienes sexo una vez, ¿se entiende que quieres hacerlo dos veces? No, obviamente, no.

Se trata de una idea “ingenua” y “fácil de manipular”, según dijo a la cadena ABC la profesora de la Universidad de Sídney Catherine Lumby, como recoge Xataka. Lumby respondía a una idea de Mick Fuller, comisario del estado de Nueva Gales del Sur, que ha planteado estos días lanzar una app de consentimiento como respuesta al aumento de los casos de agresiones sexuales. Solo el 10% de las denuncias interpuestas en Australia acaban en condenas, así que Fuller propuso este sistema que te permite almacenar el consentimiento de tu pareja sexual. Error y polémica. No solo Lumby, también Hayley Foster, directora del servicio para la Seguridad de las Mujeres de Nueva Gales del Sur se llevó las manos a la cabeza porque el agresor puede presionar a la mujer a manipular el resultado de la aplicación.

Por suerte, Fuller se dio cuenta de que su propuesta había sido una estupidez y admitió que había sido "la peor idea que he tenido en doce meses". Sin embargo, gracias a la polémica que generó, agradece que se haya puesto sobre la mesa un debate necesario.

Distinto es el caso de Dinamarca, donde ya existen distintas aplicaciones en el mercado. Una de ellas es IConsent y, según cuenta el mismo artículo de Xataka, sirve para firmar una especie de contrato que te permite tener sexo durante 24 horas con una persona. Si en algún momento una de las partes se echa para atrás, el trato se puede romper y puedes dejarlo por escrito. Lxs expertos de allí también dijeron que esta idea es "potencialmente peligrosa" y acusaron a sus creadores de ignorar cómo funciona en realidad el consentimiento.

La conclusión es evidentemente que solo existe una manera de que deje de haber violaciones: educación sexual de calidad y respeto genuino hacia las mujeres. La vía punitiva y todas sus derivadas siempre encontrará la forma de saltarse la ley. Si hay consciencia real, en cambio, los hombres solo se querrán acostar con quien a su vez quiera acostarse con ellos. No hay más que decir.