Así es ser mujer freestyler en un mundo de hombres: las batallas de gallos

"Deberías irte del parque para ir a la cocina a hacerme un bocata", es uno de los comentarios que se han utilizado contra una mujer que participa en batallas de gallos

Un parque de Tenerife, un corrillo conformado por más chicos que chicas y la freestyler Sara Socas, de ahora 20 años, en el centro librando su primera batalla de gallos. Lo hace contra dos chicos y a uno de ellos no se le ocurre nada mejor que llamarla "feminazi" cuando, en ningún momento, ha protagonizado una actitud discriminatoria hacia los hombres. Pero, más que ofender a la joven canaria, con este término consigue que se anime a acallar a todos los que podrían estar poniendo en duda su valía como batallera: “Mira chaval, yo soy como Estopa. ¿Sabes qué? Lo estoy aquí partiendo. Puede chaval que yo no tenga polla, ¡pero rapeando seguro que tengo el doble de huevos!". La fuerte aclamación del corrillo se apodera del ambiente, el moderador sugiere a los chavales que se pongan “las pilas” en el siguiente asalto y la joven canaria se prepara para volver a darlo todo. La batalla continúa.

Sara es una de las pocas mujeres que participan en las batallas de gallos que se libran en parques, plazas y escenarios de todo España. Una realidad que hemos querido explorar para entender a qué se debe la escasa presencia femenina y, al mismo tiempo, entender cómo las chicas consiguen hacerse un hueco en un mundo de hombres y como lidian con eso de ser cuestionadas como ‘batalleras’ y con el hecho de una de las pocas mujeres que participan que puede emerger en cualquier momento cuando el ambiente se caldea entre los micrófonos. 

Ser mujer en un mundo de tíos

Desde que Alexandra Pascal, conocida como Alexi, empezó un año atrás a dar sus primeros pasos por el universo del freestyle, ha presenciado en demasiadas batallas como todos los ojos se centran en las pocas mujeres que improvisan porque “son lo que destaca”. Y eso no hace más que vetar a muchas la posibilidad de sentirse cómodas en el mundillo. “Sienten la presión de tener que hacerlo bien sí o sí. A muchas también les da cosa presentarse por si viene un gracioso diciendo cosas como: 'tendrías que estar fregando los platos'", cuenta esta joven madrileña de 18 años al hablar de una de las razones por las cuales hay pocas mujeres batalleras.

Una realidad de la cual Sara también tiene mucho que decir. Después de dos años moviéndose entre batallas de gallos, asegura que también influye que en esta atmósfera lo habitual es que proliferen los insultos y los gritos con un único objetivo: ser el más ‘hombre’. "No es un ambiente que pretende encontrar quién rapea mejor, sino quien es el más gallo, el más macho. Y cuando entra una mujer, se la puede machacar, juzgar y hacerle sentir infravalorada", dice Sara y, acto seguido, reconoce que esta misma aura le ha hecho tener que demostrar en algunas batallas que no estaba allí porque debía haber una cuota determinada de mujeres, sino porque es buena, porque la saliva que se le escapa en cada rima es tan valiosa como la de cualquier chico con talento.

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Todo este camino atestado de obstáculos que recorren a diario las batalleras es lo que lleva a Sara y a Alexi a apostar por la sororidad, a que en lugar de que las mujeres tengan competencias absurdas fuera de las batallas, hagan “piña”. "Es la forma de que el resto de mujeres freestylers vean que no están solas, que lo que pueden sufrir ellas lo podemos sufrir todas", dice Alexis, que deja a entrever que esta es una de las pocas formas que tienen de ser fuertes en un mundo que no se construyó pensando en ellas. Aunque eso no significa que no puedan darle la vuelta y hacerlo suyo. 

Convivir con el machismo

La hegemonía masculina de este entorno provoca que, en ocasiones, los chicos batalleros sean excesivamente condescendientes con ellas, como si las mujeres solo supieran jugar a esto en el easy mode. Y eso no hace más que enervarlas. “Algunos llegan y piensan: ‘buah, me ha tocado con una piba. Si me meto mucho con ella, la gente pensará que soy un machista’. Eso hace que rebajen el tono y a mí me molesta porque se debería tratar a todo el mundo igual”, asegura Alexis a lo que Sara añade que "hasta que no has demostrado que eres buena, algunos te tratan como a una hermana pequeña".

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Este machismo que cuestiona su capacidad ante el micrófono es, al mismo tiempo, el recurso que algunos chicos utilizan en las batallas para enfrentarse a las chicas. "Deberías irte del parque para ir a la cocina a hacerme un bocata" o "qué haces tú aquí…", son algunos de los comentarios que se han utilizado contra Alexis. A pesar de que reconoce que entre chicos también se utiliza el machismo o la homofobia —todo vale con tal de denigrar al otro—, no puede evitar sentirse airada ante estas situaciones. “Me cabreo porque la persona contra la que estás batallando no está demostrando un buen nivel porque no te está tirando una rima con ingenio, sino lo típico y lo fácil. No mola”, indica Alexi, que a la vez, opta por responder a base de comentarios que muestren la estupidez que albergan sus rimas, como: "deberías salir del parque para ir a hacerte un chequeo mental".

A pesar de todo lo que han tenido que escuchar Alexi y Sara, reconocen que estas actitudes sexistas suelen solo protagonizarlas una minoría. Prueba de ello es que cuando un chico dijo a Sara en una batalla: “si no fueras tía no estarías aquí”, hubo otro que no dudó en responder: “¡al menos ella está aportando algo, tú no, chaval!”. Otra evidencia que destaca Sara es que uno de los freestylers más reconocidos del momento, Sergio Castro Gisbert ‘Chuty’, ha convertido a los escenarios que pisa en un altavoz de temas trascendentes, como la violencia de género, que pretende denunciar las calamidades que nunca nadie debería haber sufrido. "Algunos creen que deben utilizar el machismo para ganar, pero se puede hacer de otra forma. Cada uno debería ser capaz de poder poner sus límites”, sentencia Sara.

Como materializar el cambio

Por mucho que Sara sea consciente de que no será fácil conseguir atestar de mujeres las batallas de gallos, no desiste en denunciar la situación. Así lo hizo el pasado 8 de marzo —Día Internacional de la Mujer— al publicar en el medio digital de freestyle, Estilo Libre, un artículo titulado 8M, nosotras no callamos para insistir en lo necesario que es dotar de feminismo a las batallas de gallos. "Pretendía calar, recordar que si no hay más chicas es porque no quieren, porque las tratan mal, especialmente a las más pequeñas. Trataba de demostrar que esto no es una paranoia, sino nuestra verdad", sostiene la joven, que apuesta por luchar hasta el final en su intento de terminar alcanzando la igualdad.

“Si me dicen esas mierdas tengo más motivos para quedarme, no para dejarlo. Hay que intentar no frustrarse ni dejarlo y salir a la batallas a hacer lo que sabes sin sentir presión”, dice Sara, que insiste en recordar la responsabilidad que tienen todas las mujeres cada vez que improvisan: “Hay que pensar que no solo estás tú en el escenario, sino que hay más detrás, estás representando a muchas chicas. Si he llegado hasta aquí no me voy a ir. Y no solo por mí, sino por todas".