La izquierda será feminista o no será

Seguiremos siendo críticas y combativas, no toleraremos ningún abuso, venga de donde venga; y todo esto, lejos de desmovilizarnos, nos empujará a construir las instituciones que merecemos.

Hoy Errejón ha sido llamado a declarar por abusos sexuales sobre varias mujeres que lo expusieron públicamente a finales del año pasado a través de la cuenta de Cristina Fallarás. Y es hoy también cuando he decidido sentarme a escribir por la sencilla necesidad de desenmarañar mis propios sentimientos y con la esperanza de poder ayudar a alguien a desliar los suyos.

Ya han pasado varios meses desde que este tema provocó una gran saturación mediática, pero yo aún sigo con el corazón encogido y el cuello dolorido de no saber hacia dónde mirar para esquivar el golpe o devolverlo.

La acusación de Errejón me pilló desprevenida y me sentí doblemente herida en el feminismo y en la izquierda. Sin embargo, no me resultó un relato alejado, ya que basta preguntar con franqueza a cualquier mujer que tengamos cerca para descubrir una historia de abuso o maltrato y confirmar que los hombres que las provocan no siempre se sitúan en lo que, a priori, podríamos señalar como el bando contrario.

Tanto es así que deberíamos recordar como, en el propio movimiento 15M —del que yo misma formé parte—, se produjeron denuncias por violación, e incluso, en las acampadas del Occupy Wall Street se registraron tantos tocamientos e intentos de violación que tuvieron que habilitar una zona de acampada segura y sesiones especiales para que las mujeres pudieran hablar, tal y como escribe Rebecca Traister en Buenas y Enfadadas. ¿Quiero decir con esto que todos los violadores están encubiertos en movimientos de izquierdas? Por supuesto que no, lo que vengo a decir es que ni siquiera estos espacios se libran de la violencia patriarcal.

$!La izquierda será feminista o no será

Sin embargo, los días posteriores a que el escándalo de Errejón saliera a la luz —aún dolidas y decepcionadas—, se nos pedía una vez más sosiego y prudencia para no hacerle un favor a la derecha que, como siempre, esperaba ansiosa un paso en falso para salir a matar. Con la soberbia de quien asume que “lo nuestro” no es ni lo urgente ni lo importante, se perpetúa así el mismo discurso que llevamos más de un siglo confrontando: ese que nos dice que el feminismo está bien pero que no es prioritario.

Pues resulta que sí, que el feminismo se ha puesto por delante y no tenemos ninguna intención de dejarlo para más tarde. Seguiremos pidiendo responsabilidades a quien corresponda, alzando la voz en todos los ámbitos, desde la cultura hasta la educación pasando, por supuesto, por la política. Seguiremos siendo críticas y combativas, no toleraremos ningún abuso, venga de donde venga; y todo esto, lejos de desmovilizarnos, nos empujará a construir las instituciones que merecemos.

Más allá de los debates sobre partidos y bandos, lo que nunca podemos perder de vista es que lo que nos pasa a las mujeres, en la intimidad y en nuestros cuerpos, es en sí mismo política. Y si no la ejercemos nosotras otros lo harán. Así que compañeras, seamos críticas con quien tenemos al lado e implacables con quien tenemos enfrente.

Porque no nos olvidemos de que, cuando se debilita la fe en la izquierda, gana el fascismo y perdemos (aún más) nosotras.