Lo que se esconde detrás del llanto y la mano de Federer y Nadal

Lo que se esconde detrás del llanto y la mano de Federer y Nadal

Hay dos tipos de hombres. Los que creen que Federer es el mejor tenista del mundo por su elegancia y su talento, y los que piensan que es Nadal, con mejor palmarés, menos clase y recursos técnicos pero mucha más dignidad, garra y todas esas palabras pensadas en español para exaltar la épica. Pero en verdad esto no es así. Hay muchos más tipos de hombres y hay uno que llora cuando su principal rival se retira y ese es Rafa Nadal y ese podría ser también Roger Federer. 

La secuencia de fotos de Nadal y Federer llorando juntos durante la despedida del suizo se ha convertido, quien sabe, en un icono de la nueva masculinidad, de la buena rivalidad, o a lo mejor del síndrome de Estocolmo. Es emocionalmente completísima. Podría ser una película de Sorrentino o un cuadro de Caravaggio. En algunas imágenes, Federer consuela a Nadal tocándole la rodilla. En otras, ambos lloran a moco tendido.  

Si Goku y Vegeta acabaron haciéndose amigos para enfrentarse a enemigos peores, Nadal se deshace como un azucarillo ante la certeza de que nunca más verá a su peor enemigo al otro lado de la red. Siempre fue una rivalidad basada en el respeto y sumando las horas que han compartido en una pista de tenis, seguramente hayan estado más tiempo juntos que tú con la gran mayoría de tus parejas. También se han destrozado el corazón y la vida el uno al otro un montón de veces en cada final que uno le ha ganado al otro.

Se acaba la rivalidad, y con el fin de la lucha se acaba parte del sentido de la carrera del que queda en pie, Nadal. Ahora le toca demostrar que es el mejor incluso aun cuando sabe que no es el mejor. Queda en pie Djokovic, el tercero en discordia y un poco más joven que Nadal, pero no es lo mismo, y ya es difícil cuando no imposible que desbanque al de Mallorca. Detrás vienen jóvenes estrellas que pondrán a prueba a Nadal en lo que queda de carrera, como el también español Carlos Alcaraz que ya despierta pasiones. 

Pero la vida de Nadal ya no será lo mismo sin su Federer, su enemigo íntimo. Con todo y con eso, no es la reflexión sobre la buena rivalidad la más importante que subyace de las fotos de llanto, sino otra. Es decir, que mientras el machismo reaccionario sigue defendiendo a capa y espada que los hombres no lloran ni tienen que ser blandengues, incluso el modelo de masculinidad más admirado por ellos, el del hombre fuerte, luchador y masculino que es Nadal, no tiene ningún problema en mostrarse tierno y llorando en público cuando Federer se retira.

“Los hombres no lloran, tienen que pelear” es uno de los versos que peor ha envejecido en la historia del pop. Quién sabe si cientos, miles, millones de hombres no conseguirán ahora, gracias a un hombretón como Nadal como referente, liberar ese llanto que llevan clavado en el pecho y que tanta tensión y violencia ha suscitado en sus vidas.