No, no eres tú: la sensación de que cada vez se ven menos niñxs por las calles y los parques de las ciudades es real. La disminución de niñxs en las grandes ciudades españolas, especialmente en Barcelona, se está notando. Según el padrón municipal de Barcelona, solo el 22% de los hogares tiene niñxs, lo que representa 148.756 viviendas. Esto contrasta con el 27% en 1997. En el 78% restante de las viviendas, no hay menores, lo que refleja una caída constante de la presencia infantil.
La principal razón detrás de esta tendencia es la baja natalidad, que en Barcelona ha caído a niveles históricos, con cifras más bajas que las vistas desde 1900, excepto en 1939, año en que estalló la Guerra Civil. A esto se suma el alto coste de vida y de la vivienda en las grandes ciudades, lo que obliga a muchas familias jóvenes a mudarse a las afueras, donde la vida es más barata. Claro, es que, vive tú con un crío en un piso de 40 metros cuadrados o intenta ser madre (o padre) compartiendo piso con otras tres personas.
La gentrificación y el turismo masivo también están cambiando por completo la dinámica de la ciudad. Especialmente en barrios como el Gótico o el Born. Estos vecindarios, antes llenos de vida familiar, ahora están dominados por turistas y residentes temporales, lo que hace que cada vez haya menos razones para que las familias se queden. Por ejemplo, en el Gótico hay 8,2 adultos por cada niño, mucho más que el promedio de 3,6 adultos por menor en toda la ciudad.
El envejecimiento de la población, una de las claves
El envejecimiento de la población es otro factor clave. En 1981, los niños representaban el 21,3% de la población, mientras que los mayores de 65 años eran solo el 13,3%. Hoy en día, la situación se ha invertido: los niños son solo el 12,2%, y los mayores de 65 años, el 21,2%. Para colmo, los niños están a punto de ser superados en número por las mascotas: la ciudad cuenta con unos 230.505 perros y gatos, casi igualando los 237.172 menores de edad.
Después están los jóvenes de las afueras que van a estudiar (sí, también cambian el panorama) y lxs expats. Como no, lxs expats, jóvenes sin hijxs que vienen por una temporada y con salarios altos, desplazan a las familias y hacen que los servicios que se ofrecen en los barrios dejen de atender a los locales para atender su estilo de vida expat. Más brunches y avocado toast, y menos súper de barrio o espacios verdes.
La combinación de baja natalidad, altos costes, gentrificación, turismo masivo y la llegada de una nueva ola de inmigrantes cualificados está haciendo que los niños se conviertan en una especie en peligro de extinción en Barcelona. Si las cosas no cambian, las grandes ciudades podrían acabar transformándose en lugares dominados por adultos, turistas y mascotas.
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