La barra de metal choca contra mis pechos apretados tras un sujetador deportivo. Un escalofrío me recorre el cuerpo entero, está fría pero me gusta. Me siento completamente dueña de mi sensualidad y creo que tengo el poder de conquistar todo lo que quiera gracias a la barra de poledance y a cómo queda mi cuerpo junto a ella. Me miro al espejo y pongo una pose sexy. Estoy buenísima. Me lo creo. Eso sí, no tengo ningún tipo de control sobre ella. Así que la imagen que tengo de mí misma seguramente sea contraria a la de quienes me están observando: quizás sea, en realidad, una patosa. Una torpe. He venido a una clase de poledance para derribar todos esos prejuicios que están incrustados en las mentes de casi todos los hombres y mujeres y que aseguran que se trata de una práctica que se hace en lugares oscuros para atraer al público masculino. No es así. Es algo más que eso.
Quiero la potencia
Estamos en el estudio A Pole Studio de Barcelona y hay varias chicas junto a mí. Las observo y me siento identificada con ellas porque también tienen gesto de no saber bien dónde se han metido. Estamos en la clase de iniciación, donde el calentamiento es básico y el aprendizaje para hacer figuras acrobáticas o combinar la danza es progresivo: primero se aprenden las bases y, sobre ellas, se van ampliando las técnicas. Mónica Gómez, que ha obtenido el segundo puesto en el campeonato nacional de Arnold Classic en el año 2015, es profesora en A Pole Studio y es la que da la clase de iniciación.

“El poledance —más que tener un objetivo en sí— consiste en lo que llegas a compartir. En que es posible crear una comunidad, un equipo donde compartes emociones que son, al final, lo que te llevas”, explica Mónica. Su clase empieza con un baile, con una toma de contacto con la barra de metal. Podríamos decir que es el momento de la seducción, la barra y el cuerpo se están conociendo y poco a poco se van fusionando. La danza del principio nos permite ir armando un diálogo entre el movimiento corporal y la inmovilidad de la barra. Es en ese punto donde se va ganando la soltura que luego tendrá que ir evolucionando con la práctica y la técnica.

El público, en general, cuando ve este deporte lo primero que piensa es: "¿eres stripper?". Es la pregunta eterna. Existen también las típicas frases clichés de: "a ver si me haces un bailecito". No solo Mónica ha escuchado este tipo de frases sino también Denis Terrones, campeón del mundo de poledance durante dos años consecutivos, y profesor de la clase más avanzada de poledance. "No es este el concepto que se promueve con este deporte. De hecho es, más bien, más parecido a la gimnasia deportiva o rítmica de lo que se cree. Cualquier estilo de danza se puede aplicar en una barra. Eso sumado a todas las acrobacias y la técnica que conlleva poder subirte. Son muchas horas de entrenamiento y no es tan fácil como se ve desde fuera", aclara Denis.
Es por ello, que después de esta clase de iniciación me siento tan empoderada y motivada que quiero pasarme a la clase más avanzada para probar técnicas y figuras más arriesgadas.
Esto no va de bailes sensuales
Denis es el profesor que dirige la clase y tiene pinta de ser súper exigente. Pero estoy tranquila, porque me siento poderosa. Empezamos el calentamiento en el suelo y todo va bien, al menos al principio. Poco a poco la preparación física comienza a ser más pesada y me cuesta. Me estoy empezando a cansar. Noto el sobre esfuerzo de mis piernas debido a los saltos, las sentadillas, las extensiones de cadera y las zancadas. Los brazos me tiemblan por las flexiones, las elevaciones laterales y los giros pequeños y rápidos que nos hace hacer para fortalecer los hombros. Encima ahora sumamos abdominales, a toda mecha y sin pausa. En serio, creo que me estoy mareando. Era más complicado de lo que me imaginaba.

Igualmente quiero estar a la altura de las otras alumnas que ya tienen sus cuerpos definidos y esbeltos. Quiero subirme a la barra, moverme, hacer piruetas, controlarla como si fuera una extensión de mi cuerpo pero aún no estoy preparada. Al menos no para el nivel que veo en el resto de chicas. Ellas sí que lo controlan, todas son capaces de trepar hasta el final de la barra y hacer una figura en la que la mitad de su cuerpo es soportado solamente por una pierna. Cuando acaba el calentamiento me quiero ir a dormir. Ya está bien por hoy, me parece que seguir hará que me desmaye. El profesor eleva al máximo el entrenamiento previo porque es necesario tener el cuerpo preparado para lo que viene después.
“Hay muchas personas que detestan el gimnasio y practican este deporte porque no dejas un solo músculo de tu cuerpo sin trabajar. Es una práctica muy completa, más que el propio gimnasio. Aprendes danza y ganas potencia muscular y flexibilidad. En resumen, trabajas todos los puntos fuertes que puede necesitar el cuerpo humano para tener una vida saludable y consigues sentirte bien contigo mismo. Además potencia el autoestima y es divertido”, afirma Terrones. Tiene mucha razón porque, en mi caso personal, pensaba que mi costumbre de ir al gimnasio haría que estuviera preparada para este deporte. La práctica me ha hecho comprobar por mí misma que no. El calentamiento cobra sentido cuando tu fuerza y tu equilibrio serán los únicos que te puedan salvar de una caída. Trabajar con el propio peso es uno de los ejercicios más completos que existen para el cuerpo y, justamente por ello, el poledance no es un baile sensual de atracción.

Observo en el espejo cómo queda la barra de metal junto a mi sujetador deportivo y mi barriga descubierta. Después de todo el calentamiento y de probar algunas técnicas para elevarme comprendo que me falta mucho camino por recorrer y me doy cuenta que al día siguiente seguramente tendré muchas agujetas. Se han activado músculos que nunca había movido y que no estaba muy segura de saber que existían. Era la primera vez que lo practicaba y, aunque al principio me avergonzaba la idea de equivocarme luego sentí la confianza y la suficiente autoestima para dar paso a mis errores que, al fin y al cabo, fueron los que me ayudaron a aprender. El poledance no solo es recomendable por su parte física sino también porque cambia tu estado de ánimo, eleva la confianza en uno mismo y ayuda a romper y a reconstruir conceptos e ideas preestablecidas.