Que si cinnamon challenge, que si ice bucket challenge, que si 10 years challenge, que si 10 years challenge. Los retos virales, los challenges, empiezan de forma aleatoria y su popularidad explota cuando un influencer entra al trapo y la gente empieza a imitarlo en masa. Se podría y debería hacer un estudio sociológico sobre por qué tenemos esta necesidad de participar en los retos, aun a riesgo de hacer que nuestros conocidos sientan vergüenza ajena. Sin embargo, por fin llega un reto viral que, no solo no es peligroso o indigno, sino que es muy beneficioso para el medio ambiente: el trashtag challenge.
Este desafío es sencillo. Primer paso: localiza una playa, parque, montaña u otro paraje natural dañado por la contaminación humana. Hazle una foto. Después, ponte a recoger toda la basura que puedas. Una vez hayas dejado limpio el paisaje, haz otra foto con todo limpio y todas las bolsas de basura que has recogido. Finalmente, junta en un collage el antes y después y ahí tienes tu foto postureo del trashtag challenge.
Pese a que el challenge, que empezó en Reddit y rápidamente se extendió a Instagram, Twitter y Facebook, suena bien, ecológico y muy necesario para el medio ambiente, ha despertado algunas críticas. A medida que los usuarios de las principales redes aplaudían la iniciativa, también surgían otras personas que aseguraban que no se está haciendo el trashtag porque haya un interés real en cuidar del medio ambiente sino que solo sirve para parecer una buena persona con conciencia social. Algunas otras voces en Twitter creen que es un reto que queda bonito en las redes sociales pero cuyo impacto real es nulo: "¿qué hacen luego con la basura? ¿La reciclan? Porque si no la reciclan, probablemente volverá a acabar en la naturaleza".
Independientemente de la motivación para participar en el reto o el impacto de real de la acción, demuestra que hay cada vez hay una conciencia mayor sobre el impacto que nuestras acciones tienen en el medio ambiente. Las multitudinarias huelgas de estudiantes menores de edad para denunciar el cambio climático son un claro ejemplo, ya que están movilizando cada vez a más gente y organizando marchas relevantes reclamando un futuro verde para los jóvenes. En definitiva, parece que las generaciones más jóvenes están utilizando sus herramientas digitales para demostrar que van en serio cuando reclaman que quieren disfrutar de su planeta y evitar el colapso ecológico.