Tu mascota podría quererte solo por la comida, aunque a ti te cueste aceptarlo

Nos desvivimos por nuestras mascotas, pero ¿estás seguro que te quiere o solo te ve como un dispensador de comida?

Si tienes un perro, un gato, pájaro, conejo o hasta tortugas, es como tener un hijo: le dedicas tiempo, atención y recursos. Te desvives por él, le quieres un montón y llenas tu Instagram de sus fotos. Siempre queremos pensar que el amor es recíproco y que nuestras mascotas nos quieren ¡qué mínimo, ya que dedicamos muchísimo tiempo de nuestra vida a ellos!. La pregunta “mi mascota me quiere” es tan muy común y ampliamente compartida que la ciencia ha intentado buscarle una respuesta en muchísimas ocasiones.

La respuesta, obviamente, depende. Depende de la relación que tengas con tu mascota, pero también de su especie. Por ejemplo, como explica el diario británico The Guardian, los perros “son la mascota que más amor demuestra hacia sus dueños” y cuyo amor “ha sido comprobado más veces científicamente”.

Los perros escogen activamente incluir y querer a los humanos en su vida. Si los tienes desde pequeños, te prefieren sobre otros perros y, una vez te ven con amor, tienen profundos ataques de ansiedad si los separan de ti es decir, esos perros que son abandonados sufren una ansiedad como la que sentimos los humanos y que tanto dolor nos produce.

Otros estudios, además, demuestran que están más relajados cuando están con los humanos a los que quieren y que las "moléculas del amor" vasopresina y oxitocina, que despiertan cuando estás con tu familia o pareja, se activan en el cerebro de los perros cuando te ven. Es decir, el amor no es solo recíproco sino que para él eres su familia. “No hay duda que los perros quieren a sus humanos”, añade el artículo.

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Pero… ¿Y tu gato? Este proceso molecular el que activa la molécula del amor no es solo de perros, sucede en la mayoría de mamíferos. Sin embargo, solo en los perros se da con tanta frecuencia hacia los humanos. En el caso de los gatos, detalla un estudio que solo se despierta una quinta parte de estas moléculas de amor que se activan en los perros. Vamos, que la mayoría de gatos quieren a sus dueños, pero no con la misma intensidad y devoción que un perro, y que hay muchos gatos que vuelven a casa por la comida y porque les caes bien, pero que podrían perfectamente vivir sin ti.

Si eres dueño de gatos quizá te has enfadado al leer estas conclusiones. Pero ahora no pienses que tu gato no te quiere. El hecho que no muestre una dependencia casi humana como los perros no quiere decir que no haya un vínculo entre vosotros. De hecho, aunque no se despierten las hormonas con tanta intensidad, es muy probable que tu gato te quiera y que prefiera vivir contigo a vivir sin ti.  

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No todos tienen gato o perro. El resto de mamíferos conejos, hámster, cobaya... sienten un amor similar al gatuno. Algunos tienen loros, por ejemplo. Según The Guardian, el amor de los pájaros hacia los humanos tiene más de sexual que de familiar. Sí, sexual. Vamos, que lo que para nosotros es acariciar un pájaro como lo haríamos con un perro, para el pájaro estás tocándole como si fueran unos preliminares.

“Si no deseas excitar sexualmente a un loro, trata de no acariciarle la espalda o sobre sus alas. Estas son las áreas que machos y hembras se acicalan en las primeras etapas de su cortejo en la naturaleza”, advierte la periodista, porque esas caricias son el equivalente a besar y acariciar en la cama antes de tener relaciones. Así que si ya se lo has hecho alguna vez… esos ruiditos que hace no son de amor, son de placer. Y probablemente tu mascota no te ve como un miembro de la familia, sino como ese humano con el que vive.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Becky_B @becky_babyfat el

Al igual de los pájaros, mascotas como ranas, serpientes o peces solo te ven como un compañero de piso. Un amor filial, de lealtad y de aprecio porque les alimentas y te tienen cierto aprecio. Un amor mucho menos íntimo que el de los perros o gatos pero, al fin y al cabo, el máximo amor al que puedes aspirar por puras diferencias biológicas. Como dice la autora: “no, no es un amor que inspire sonetos, pero algo es algo”.