Es un mito: el clítoris no solo sirve para darte placer

Nos han vendido que es secundario, que querer estimularlo es casi un capricho feminista, pero sin él el coito es más difícil y la reproducción también

En los últimos años hemos hablado mucho de sexualidad femenina y eso significa una cosa: hablar del clítoris, ese órgano históricamente ignorado que nos hace estallar de placer, que es tan agradecido que, si lo haces bien, el orgasmo es prácticamente instantáneo y asegurado. Se han publicado libros enteros sobre el clítoris y sus secretos, hemos ido a charlas y lo hemos reivindicado, pero sobre todo, nos hemos masturbado más y mejor. Cuanto más sabemos de él más maravilloso es.

Pero resulta que esa visión del clítoris como un elemento únicamente dedicado al placer, algo así como un capricho feminista para poder disfrutar del sexo, no es tan así. El clítoris no es secundario en el sistema reproductivo y también tiene una función biológica: tiene efectos en nuestro cerebro. Según un estudio reciente replicado por el diario The Guardian, nos ayuda a dilatar, aumenta el riego sanguíneo y la temperatura de la vagina y a lubricar para que la penetración sea más placentera biológicamente, más eficiente. También nos hace poner el cuello en una posición que paradójicamente ralentiza el esperma y mejora su movilidad. Incluso durante el parto se utiliza para dilatar más y convertirlo en una experiencia menos dolorosa.

Suena obvio: si está allí por algo será, ¿no? Pero las teorías por las que hemos pasado son tan variadas que algunas hasta parecen disparatadas. Desde atribuciones diabólicas de lugares donde la ablación todavía hoy siglo XXI es una realidad, hasta funciones mágicas. "En los años 70 se decía que el clítoris era importante porque facilitaba el efecto succión dentro de la vagina que aseguraba que el esperma se dirigiera en la dirección correcta sin ser 'distraído' por el aire libre", explica el artículo. Esta idea fue desestimada en los 90, pero el debate continuó.

"Cuando buscamos caracterizar el placer sexual femenino como una ayuda para la fertilidad, lo estamos convirtiendo en un mecanismo adaptativo, cualquier placer se convierte en un subproducto al servicio de las especies", dice Zoe Williams, la autora del artículo. "También somos androcéntricos, usando el proceso reproductivo masculino tener un orgasmo, producir esperma, hacer un bebé e intentando encontrar su reflejo en el femenino tener un orgasmo, recoger esperma, hacer un bebé", añade.

¿En realidad queremos reducir la sexualidad a la reproducción? No, por supuesto que no, pero queremos solo recordar que estimular el clítoris es mejor para las relaciones sexuales independientemente de si queremos o no llegar a la fecundación. Y no hay ni necesidad ni forma de buscar su homólogo en el cuerpo masculino. Ellos tienen sus estímulos, nosotras los nuestros y, siendo diferentes y entendiéndonos el sexo, siempre será mejor que mejor.