Es muy estresante ser mujer y tener que ser perfecta para que te tengan en cuenta

Lo único que le da gratificación a la protagonista de 'Gambito de Dama' es el ajedrez. Y es buenísima. Pero, como es mujer, tiene que demostrarlo constantemente

Para Beth Harmon, la protagonista de Gambito de Dama, el ajedrez no es solo lo que mejor se le da y más le gusta. También es su pesadilla. Rodeada de competidores que la menosprecian y que la infravaloran constantemente por ser mujer y joven, vive sumida en un estrés constante por demostrar que es la mejor. Con un pasado trágico y una infancia traumática, el ajedrez es lo único que la ha llenado en la vida, y por eso es tan autoexigente, porque triunfar en el ajedrez es lo único que le está dando gratificación vital. Pero los hombres y su menosprecio y mansplaining no se lo ponen fácil.

A grandes rasgos, es el argumento de la nueva miniserie de Netflix, protagonizada por la joven promesa Anya Taylor-Joy, Múltiple, The new mutants, La bruja, y que está recibiendo muy buenas críticas. Muchos, incluso, ya la sitúan en la carrera de los Emmy del año que viene, comparándola con otros éxitos de la plataforma, como Unorthodox o Unbelievable.

La historia de Beth Harmon habla de muchas cosas. De su infancia traumática: su madre se suicidó, aunque intentó matarla antes de hacerlo, fue enviada a un orfanato donde se volvió adicta a los tranquilizantes. De la presión por ser la mejor en un mundo de hombres: no renuncia a su “feminidad” ni a hablar de forma “aniñada” al fin y al cabo, es una adolescente, y eso hace que sea constantemente tomada a risa y menospreciada, que tenga que demostrar, de forma constante y agotadora, que es buenísima. Y también de las adicciones: de cómo los tranquilizantes y el alcohol le sirven para apaciguar su mente, tormentosa y al borde del colapso por los traumas y el estrés, provocado, en parte, por esta constante obligación de recordar su valor como ajedrecista.

El título, Gambito de Dama, resume muy bien todas estas historias. El gambito es una técnica que se usa al principio de una partida para dar paso a la dama. Una metáfora sobre las mujeres abriéndose paso en este mundo de hombres que no hace falta explicar. Y aunque la historia de Beth parece un biopic, no lo es. Está basado en una novela, aunque eso no lo hace menos real. El mansplaining en el mundo del deporte es constante.

Probablemente, el ejemplo que mejor lo demuestra es el de Serena Williams, una de las mejores jugadoras de tenis de la historia. A pesar de sus múltiples logros, según una encuesta que se hizo muy viral, un 12% de los hombres no jugadores de tenis de Estados Unidos aseguraron que podrían marcar un punto contra ella. Vamos, que hay hombres que creen que podrían anotar contra una de las mejores tenistas del planeta sin conocimientos previos del deporte. ¿Acaso pensarían lo mismo si fuera encestar contra Anthony Davis, o parar un gol de Cristiano Ronaldo? La plataforma It’s Black Culture quiso demostrar el mansplaining de los que dijeron que podrían hacer un punto contra ella, invitando a varios de ellos a un amistoso. ¿Resultado? Nadie pudo ni tan siquiera devolverle el saque. La única posibilidad de marcar un punto sería que ella se equivocase. Y viendo su historial, no sucede con demasiada frecuencia.

Todas estas historias responden a lo mismo: ser mujer y ser muy buena en algo supone toparse con un muro de tener que demostrarlo a todos, constantemente. Solo por tu género pensarán que eres peor de lo que eres. Y ese estrés constante de tenerse que reafirmar es agotador. Y de ahí que algunas mujeres, como la ajedrecista Beth Harmon, encuentran una salida en las adicciones. Porque por muy grande que sea tu pasión, el agotamiento del menosprecio machista cansa demasiado.