Dos esposas suicidadas y amantes con depresión: el lado oscuro de Picasso

Un hilo de Twitter saca las miserias de un artista idolatrado que para pintar 'La mujer que llora', una de sus obras clave, usó de modelo a su pareja, profundamente triste. Es un retrato inmortal del sufrimiento de una mujer maltratada

Picasso no necesita presentación. Todos sabemos quién es y, aunque no tengamos ni idea de arte, tiene un estilo inconfundible que reconoceríamos a primera vista. Es, junto a Dalí, uno de los grandes genios de la pintura española de principios de siglo. Sin embargo, mientras que la actitud despreciable y reprochable de Dalí es bastante conocida por todos, Picasso siempre se presentó como lo contrario: de izquieras, afín a la segunda república, pintó el Guernica y denunció el fascismo.

Pero no para todos es una figura a celebrar, ni un referente de nada. El tuitero @MisterTruno ha recogido en un hilo diversos episodios de su vida que, según él, demuestra que a pesar de “ser un hombre en regla ..., en realidad ocultaba a un hombre despiado, misógino y maltratador empedernido”.

El primer episodio que destaca de la supuesta misoginia de Picasso es su matrimonio con Olga Khokhlova, una bailarina rusa que apartó su carrera para casarse con él. “Con el tiempo, debido a la mala relación, los cuadros con Olga van perdiendo viveza, convirtiéndose en un monstruo surrealista, de pechos caídos y boca agresiva. Picasso la calificaba de loca y castradora ante sus amistades comunes y jamás la dejó divorciarse de él”. Según el hilo, trató igual a su hijo en común, Paulo: “Picasso nunca quiso que su hijo llegara a nada; lo menospreciaba y lo convirtió en su chofer personal. Pintó el cuadro titulado Paulo vestido de Arlequín como burla. Paulo murió alcoholizado a los 54 años bajo una fuerte depresión”.

Tras separarse de Olga tuvo diversas amantes. La primera, Marie-Thérèse Walter, de 17 años, de la cual, según el tuitero, “abusaba sexualmente y la maltrataba quemándole cigarrillos en el cuerpo”. Además de Marie estuvo con Dora Maar. "Es la modelo del cuadro La mujer que llora. 'Dora, para mí, siempre será una mujer que llora... y es importante, ya que las mujeres son máquinas de sufrir', dijo Picasso en una ocasión. El artista la golpeaba con frecuencia hasta dejarla inconsciente. Dora Maar entró en locura tras esa ruptura traumática pasando por varios hospitales psiquiátricos, hasta recluirse en su apartamento, alejada y apartada del mundo hasta su muerte. Picasso la pintó en varias ocasiones, habitualmente triste, apagada, con lágrimas en los ojos”, asegura.

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Después de Maar vino Françoise Gilot, con la cual se llevaba 40 años. Ella rompió con él y, en entrevistas posteriores, aseguró que era posesivo, ególatra, maltratador y violento. Según un reportaje de XL Semanal, en el que recogen diversas entrevistas, aseguran que Gilot es “la única que sobrevivió”, debido a que el resto acabó trágicamente por culpa de la violencia de Picasso hacia sus mujeres. “Dora Maar enloqueció. Marie-Thérèse Walter, a la que Picasso convirtió en su amante cuando ella tenía 17 años, se suicidó. Jacqueline Roque, con quien el artista se emparejó después de Gilot y quien en 1961 se convirtió en su segunda esposa, también se suicidó”.

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La misoginia de Picasso se ha tratado muchísimas veces. El CaixaForum de Madrid, por ejemplo, hizo el año pasado una exposición para retratar cómo Olga pasó de musa a monstruo en la obra de Picasso, reflexionando sobre cómo la torturó y maltrató durante el tiempo que estuvieron juntos. O las múltiples entrevistas que Gilot dio en las que, una exposición, afirmó que le hizo la vida imposible tras dejarlo, intentando boicotearla y que no ganase dinero y acabase sin prestigio y en la mendicidad.  

“En definitiva, la obra de cualquier artista no solo refleja el momento histórico que vivió, sino también su ideología, su personalidad y sus circunstancias. Precisamente por eso no se puede separar obra de artista, porque una es consecuencia de la otra”, añade el tuitero que volvió a abrir la caja de Pandora sobre el recurrente tema de la misoginia del autor. Obras como La mujer que llora, aunque sean preciosas y emblemáticas, esconden una dura historia difícil de pasar por alto cuando las disfrutamos.

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