La cuarentena me ha hecho abandonar el sujetador para siempre

Durante el tiempo que pasamos sin salir de casa, nos entregamos a la ropa cómoda y ahora ya es impensable volver a usar prendas que te aprieten

Ya hace unos meses desde que arrancó todo el movimiento del "no bra day"  y el "free the nipple" pero como para muchísimas otras cosas, para que se instalara del todo en nuestra sociedad necesitábamos que llegara una pandemia mundial. Aunque hay cuerpos que necesitan el sujetador para asentar sus pechos y evitar dolores de espalda, otra parte enorme de las mujeres usan el sujetador porque tienen que hacerlo. Es algo que entra a tu armario en la adolescencia y sin cuestionártelo, lo sigues usando cada día de tu vida hasta el último. Pero prueba de que es solo una cosa de puertas para afuera es que en cuanto llegamos a casa, muchas de nosotras lo primero que hacemos es desabrocharnos el sujetador, pasarlo por debajo de la camiseta y dejarlo en el primer sitios que encontramos: chao.

¿Y qué pasa cuando en lugar de llegar a casa después de un día de curro lo que haces es estar allí sin salir semana tras semana? Pues que hay mucha ropa que se queda en el fondo del armario literalemente y sale de circulación. Pijamas, chandals, sudaderas y todo lo que cabe bajo el paraguas de "comfy" ha sido el uniforme de la cuarentena, que ha desterrado durante largos meses absolutamente toda la ropa que nos oprime. Y ahora, con la vuelta a la normalidad, no hemos vuelto a recuperarla. 

Lo primero que hice cuando abrieron las tiendas fue ir a comprarme un par de tops para usar con la ropa más ajustada para que no se me transparente el pezón. Ese día, sin darme cuenta, había salido de casa con una blusita y nada más. Todos mis sujetadores de aro han quedado fuera de juego y con la reorganización del armario, al guardar la ropa de invierno y sacar la de verano, aproveché para tirarlos. Solo me quedé con uno, el más bonito, como un recuerdo de otra época. Ahora, por fin, ya no me importa salir a la calle sin nada bajo la camiseta y parece que no soy la única que ha vivido esta transformación. Como contaba Emin Saner estos días en The Guardian, hay una legión de mujeres para las que estos meses de teletrabajo les ha servido para dar el paso. Y no solo nosotras, el otro día lo hablaba con un amigo y también él ha reducido drásticamente su uso de ropa interior. Lo mismo aplica a vaqueros ajustados y estas cosas que dan más pereza. Y el calor no ayuda.

Las marcas de lencería han tomado nota, según el artículo. Aunque los sujetadores de aro siguen siendo el centro de su negocio, los que no tienen estructura de hierro llevan dos años al alza. Y estoy segura de que el confinamiento habrá reafirmado la tendencia. Lo mejor de todo es que poco a poco vayamos avanzando hacia un mundo que nos haga sentir mejor. Y si puedes sentirte liberada todo el día, ¿para qué esperar a la noche para sacarte el sujetador?

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