La chica Bond que luchó por sus derechos trans en los 80

Caroline Cossey tuvo que esconder su identidad para poder optar al papel, pero consiguió colarse en Hollywood antes que muchas compañeras del colectivo

En 1981 todavía faltaban muchos años para que pusiéramos sobre la mesa mainstream el debate de quién tiene que representar a una persona trans en el cine, si una trans o una cis. Pero en esa época había una mujer que hizo toda su carrera en silencio y que logró meterse en uno de los papeles más ansiados por cualquier actriz: el de la chica Bond. Es Caroline Cossey, también conocida como Tula, abandonó su casa en los setenta y, veinte años después acabó llevando a Reino Unido al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, un movimiento clave que permitió dejar atrás las leyes discriminatorias de su país con el colectivo.

La vida de Tula puede resultarnos tristemente familiar: una mujer que, incomprendida por los suyos, decide emprender una vida sola y hacer trabajitos para costearse un proceso de cambio de sexo difícil de asumir para una chica de 17 años. "Durante ese periodo conoció a un coreógrafo que le preguntó si no se había planteado trabajar como corista. Ella le acabó confesando la operación que se iba a llevar a cabo. Al ver que el hombre no se inmutó y le animó a hacerlo igualmente, se armó de valor para acudir a algunas audiciones", recuerda La Vanguardia. Empezó a escalar y, al ver que nadie la descubría, decidió presentarse al cásting de 007. Y logró entrar.

Pero pese a que siempre quiso llevar en silencio el hecho de ser una mujer trans, la prensa no perdona. El medio amarillista News of the World se enteró del pasado de Tula y lo publicó sin escrúpulos. En un principio, fue traumático para ella, que decidió esconderse y tratar de llevar una vida privada alejada de las cámaras. Años más tarde, contó en su autobiografía, Soy una mujer, que el periodo fue tan duro que había llegado a tener pensamientos suicidas. Este pensamiento, de hecho, es común en la comunidad, que tiene unas tasas de suicidio mucho más altas que las de las personas cis.

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Cuando logró salir de ahí, Tula había cogido fuerzas y aprovechó el impacto de su carrera para hacer historia otra vez. En esta ocasión, decidió que sus sucesoras no deberían pasar por el sufrimiento que ella pasó, así que se armó de valor para cambiar algo más tangible que la opinión pública: las leyes de su país. Después de conocer a un italiano llamado Glauco Lasinio, Tula empezó a hacer campaña por una ley trans que le permitiera, para empezar, casarse con un hombre, recuerda el portal británico Pink News. Fue un proceso de siete años que acabó en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde acabó ganando. Los tribunales no llegaron a tiempo para que Tula y Glauco pudieran casarse, pero sí para que miles de mujeres trans tengan hoy una vida un poco más fácil en Reino Unido.

"Los tiempos han cambiado tanto que es increíble. Sabía que con el paso de los años, cuando viera programas con personajes gays, un día habría más visibilidad para las personas trans”, dijo años después en una entrevista a Cosmopolitan. Ahora, cada vez hay más países donde las leyes trans están en discusión para permitir los cambios de identidad legal. La historia de Tula, como la de millones de personas más, nos demuestra que todo lo que las leyes puedan hacer para hacerles la vida más sencilla será poco.