La árbitra a la que gritaron '¡vete a fregar!' cuenta cómo es volver a pitar después del peor partido de su vida

Recibió muchos insultos machistas durante todo el partido, pero eso no va a hacer que deje de reivindicar su lugar en el fútbol, un mundo de hombres

“¡Vete a fregar!”, “tú eres una mujer, qué coño haces aquí”, “¡vuélvete a la cocina!”. Estos insultos son los que le soltaron a Andrea Zarzuela, una árbitra de 21 años de Cádiz, en un partido de juveniles. Todo empezó con un hombre, que prácticamente desde el minuto uno soltó verborrea agresiva. Le llamaron la atención, pero en cambio de sentarse y callarse, se rebotó. A sus ataques se sumó su mujer, y juntos multiplicaron la intensidad de sus insultos. Hasta amenazó con seguirla y molerla a palos. El partido siguió sin interrupciones hasta prácticamente el final, y aunque pensó en denunciar, no lo hizo. Eso sí, cuando acabó el juego, volvió hasta su coche acompañada del delegado de campo, por si acaso.

Son muchas cosas las que le dolieron de esa situación. La impotencia, principalmente. “Todo mi lateral, casi 70 personas, les aplaudían y animaban”. Se sentía mal, acosada. “Nunca había querido con tantas ganas que un partido acabase”. Pero también le dolió que fuera una mujer la que insultase. “¿Qué clase de mujer dice esas cosas?”, dice entristecida. Para Andrea, es tirarse piedras sobre su propio tejado, una reacción imposible de entender viniendo de otra mujer. 

El fútbol, campo de cultivo de la violencia

No es un caso aislado ya que, en ocasiones, la cosa sí llega a mayores. Andrea explica que una conocida suya también sufrió un ataque machista. En su caso, el ataque verbal acabó en un altercado físico después de arbitrar un partido. De nuevo, la agresión se produjo por parte de una mujer. Por suerte, lo más curioso de estas situación es que los propios jugadores suelen ser los más comprensivos. “Hay más padres enfadados que niños. En un partido un adulto me insultó y un jugador fue y se le encaró hasta que echaron al señor”.

Más allá de los insultos machistas, el odio a los árbitros es una constante en el mundo del fútbol y sus compañeros masculinos no se libran de sufrir la violencia verbal e incluso física de los aficionados. Ella lo sabía cuando empezó su carrera como árbitra, pero no eso no la acobardó. “Los árbitros somos como el saco de boxeo del partido. Siempre sabes que para uno de los dos equipos, su derrota será tu culpa. Aun así tienes que hacer tu trabajo”, confiesa.

Andrea cree que este odio a los árbitros surge por culpa de la facilidad con la que se cuestionan y machacan a los árbitros en los medios de comunicación. “Los diarios lo promueven. Siempre insultan a los árbitros de primera división. Les echan la culpa de las derrotas y ponen en duda su trabajo. Sí, nos podemos equivocar, pero en los jugadores también sucede y la respuesta no es tan agresiva”. Lamenta que, para ser árbitro, se debe trabajar muy duro: hacer pruebas, exámenes, test físicos y todo tipo de dificultades. Pero, al final, son personas como cualquier otra y no pueden ser perfectas, y eso debe entenderse para no saltar e insultarles cargados de furia.

El hecho de que los medios deportivos más leídos utilicen su influencia para despotricar odio hacia estos árbitros hace que los asistentes a partidos juveniles se sientan legitimados a hacer exactamente lo mismo con los árbitros de estos partidos. Y precisamente por eso, personas como Andrea pueden verse expuestas a sufrir estos ataques que van más allá de lo profesional y acaban agrediéndola en lo personal.

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“Deberían darse cuenta que están en un partido de aficionados. La mayoría de niños lo hacen por hobby, pero sus padres creen que tienen un Cristiano y un Messi. Un juego que debería ser divertido, acaba siendo agresivo y tenso”, se lamenta Andrea. El fútbol, que requiere mucho trabajo en equipo y compañerismo, debería ser un deporte ejemplar. Y sin embargo, por culpa de esas actitudes acaba siendo un campo de cultivo de la violencia.

Ser mujer en un mundo de hombres

Andrea reconoce que a la violencia que recibe como árbitro se le tiene que sumar el hecho de ser mujer. Como el árbitro maneja el campo, tiene el poder en el césped y la capacidad de decir qué cuenta y qué no, muchas personas impregnadas por el discurso machista pueden llegar a sentir rabia, ya que no toleran ver a una mujer decidiendo en un terreno que, históricamente, estaba destinado a los hombres. Es por ello que cualquier error o decisión polémica, algo de lo más común en el mundo del fútbol, acaba desencadenando una respuesta mucho más virulenta por parte de ese público misógino. 

Por suerte, el Comité Técnico de Árbitros está decidido a promover la igualdad e incluir más mujeres en sus filas. “Organizan jornadas de inclusión, nos dan apoyo y formación para que podamos competir en el mundo del arbitraje en igualdad”, aclara Andrea. Algo extremadamente necesario en un deporte tradicionalmente masculinizado como lo demuestra el hecho de que todavía no tengamos ninguna en la Primera División española. Andrea es perfectamente consciente de que resulta más difícil para una mujer llegar a la cúspide profesional del arbitraje porque, entre otras cosas, requiere unas exigencias físicas que “a algunas mujeres les puede costar conseguir”.

Sin embargo, está convencida que una árbitra bien entrenada tiene las mismas capacidades que un árbitro y que, independientemente del género, puede desempeñar a la perfección la misma labor. “Que las mujeres valen para arbitrar lo demuestran las árbitras que ya han llegado a la FIFA”. También pone de ejemplo la prometedora árbitra Marta Huerta, a la cual admira, y que ha sido bautizada como “la mejor árbitra del fútbol femenino”.  

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El fútbol femenino está en auge

Los grandes árbitros, jugadores y partidos son de las secciones masculinas. Grandes, en términos de asistentes, audiencias y sueldos, no de calidad. “Hay partidos femeninos fantásticos, maravillosos, a los que yo he ido o he arbitrado y había jugadas que ya le gustaría a algunos hombres poder hacerlas”. Menciona como ejemplos las semifinales de esta temporada de la Copa de la Reina, que considera que han sido excelentes.

El público empieza a coincidir con ella. En 2019 el fútbol femenino ha logrado un nuevo récord histórico de asistencia. “Algunos partidos femeninos ya están vendiendo casi todas sus entradas”, añade. Pero todavía queda mucho por hacer. Andrea sugiere que todos abran la mente y vayan sin reticencias ni prejuicios a ver partidos femeninos. Promete que los disfrutarán. “Si todos ponemos de nuestra parte, la situación de las mujeres en el deporte mejorará. Y de verdad, hay partidos buenísimos”.

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Piensa que el futuro es prometedor. Las cifras de asistentes van en aumento, la valoración de los partidos también. Se empieza a hablar más del deporte femenino por su valor deportivo y no como curiosidad o anécdota. “Yo quiero igualdad”, asegura, y para lograrlo cree que las mujeres deben seguir luchando por mantenerse visibles, esforzándose, trabajando con ímpetu y no rindiéndose ante el miedo, las amenazas o los insultos, como el episodio que vivió. Y así, resistiendo, demostrar que las mujeres merecen el lugar que están consiguiendo en el mundo del deporte.

Unas semanas después del infame espectáculo machista, Andrea ya ha vuelto al campo a hacer de árbitra. En su último partido, los jugadores se acercaron a darle su apoyo y a demostrar que no todo el mundo está de acuerdo con los insultos machistas y que son más los que la apoyan que los que la critican. "No me voy a rendir", dice firmemente Andrea, sabiendo que su carrera en el arbitraje, le pese a quien le pese, no ha hecho más que empezar.