LUX y la búsqueda espiritual de Rosalía: un camino que otros artistas ya emprendieron

”Mi libro preferido es la Biblia. Creo que tenemos que retomar el camino de la espiritualidad”

22:00 del lunes 20 de octubre. Plaza de Callao. Madrid. Miles de personas colapsan la zona esperando la aparición de la que es la artista más brillante de nuestro país. Están ahí porque Rosalía les ha citado. Tiene algo importante que decirles: va a presentar su nuevo álbum, LUX. Al parecer, y según han declarado portavoces del ayuntamiento, la artista catalana no tenía los permisos oportunos para montar semejante lío y podría caerle una multa de hasta 600.000 euros, pero esa es una historia para otro día. Hoy toca centrarse en lo artístico. Y es que el nuevo trabajo de Rosalía está envuelto en un halo cristiano tan preciosista como evocador. Es la Rosalía que busca a Dios.

Lo hace a su manera, claro. La portada del disco, en la que aparece Rosalía vestida con un hábito de monja blanco que es a su vez una camisa de fuerza es una declaración poética de intenciones. El título del álbum tampoco deja lugar a dudas: lux es un término del latín clásico que significa luz y que evidencia que la cantante anda persiguiendo la iluminación y la trascendencia a través de su arte. No es mera especulación. Como le dijo la propia artista a la periodista María Serrano, “mi libro preferido es la Biblia. Creo que tenemos que retomar el camino de la espiritualidad”. Un camino emprendido tantas y tantas veces por otros artistas musicales. Cada uno a su manera.

El primero que viene a la mente es Nick Cave. Sí, su obra está atravesada por una relación conflictiva con lo sagrado: hay pecado, hay culpa, hay redención y, por supuesto, hay Dios. The Boatman’s Call o Push the Sky Away son solo algunos de los álbumes en los que más ha explorado lo divino. Y luego está Leonard Cohen, quien en canciones como Songs of Leonard Cohen o You Want it Darker mantiene conversaciones con la fe, manifestada esta no solo en el cristianismo sino también el judaísmo y en el misticismo oriental. Y, obvio, Bob Dylan, cuya etapa cristiana de finales de los 70 y principios de los 80 nos regaló auténticos discazos como Slow Train Coming o Saved.

No son los únicos. George Harrison y su devoción al hinduismo en su disco All Things Must Pass, David Bowie y la pasión por el esoterismo en The Next Day y Blackstar, Laurie Anderson y su abrazo al budismo tibetano en Heart of a Dog o ese Kendrick Lamar de To Pimp a Butterfly donde realiza un viaje espiritual muy personal. Y eso por no hablar de quienes se han lanzado al juego contrario: utilizar la iconografía religiosa irónicamente. Está Madonna y su Like a Prayer. Está la ópera nihilista de Marilyn Manson en Antichrist Superstar y está ese Jesus Is King de Kanye West, en el que reinterpreta la espiritualidad cristiana desde una obsesión muy suya por el ego. Aunque todas sabemos que a Kanye West no hay que tomárselo muy en serio.

Rosalía no inventa nada al rodearse de sus referentes religiosos. Pero esto no quiere decir que no sea valioso: la fe es un ejercicio ultrapersonal, distinto a cada vez más, único en cada ser humano, y la unión de la fe de Rosalía con su maestría musical nos ofrecerán muy seguramente un discazo inolvidable. Reliquia. Divinize. Mío Cristo. Dios Es Un Stalker. Son los títulos de algunos de los temas de LUX y que dejan muy clara la conceptualización del álbum. Una que mucha gente, asustada por el auge de las ideas conservadoras, mira con recelo. Pero esa es también la vida de la artista: crear cosas difíciles y complejas que nos generen contrariedades. La reina ha vuelto.