La historia de amor entre Billie Eilish y sus fans de Barcelona la resucitan de entre los muertos

El tour europeo de la cantante adolescente acabará esta semana en Berlín, pero llega a España perjudicada por conciertos masivos de estrella del pop

Si alguna vez te has preguntado cómo se siente una mosca dentro de una lavadora, deberías ver a Billie Eilish cantar Bad guy en un estadio. En la oscuridad, antes de oirla, el público empieza a saltar y a corear y no para hasta unas canciones después, cuando ella se detiene para decir "Good night, Barcelona", se aclara la garganta y pide al público mucho apoyo y cariño, más energía de la que ella puede dar, porque llega al final de la gira europea hecha polvo, con dos tobilleras y un hilo de voz, pero sin dejar ni un trocito de escenario vacío y comprometida con las 16.000 personas que tiene delante, el Palau Sant Jordi, que colgó el cartel de "sold out" hace meses.

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Billie, su hermano y productor, Finneas O'Connell, y un batería, Andrew Marshall, se bastan para dar a sus fans todo lo que esperan de ella. Y pedirles aún más apoyo. Se nota la conexión que empezó con ellos en Instagram. Sabe que son fieles y que no le fallarán. Con 17 años y 34 millones de seguidores, es la artista más joven en llegar al número 1 de listas como de Estados Unidos y Reino Unido, y tiene colaboraciones, por ejemplo con Justin Bieber o Rosalía aunque esta todavía no ha salido porque parece que ha sido imposible hacerlas coincidir para rematar la faena. Es una diva, a su manera, y en España, aunque pueda parecer que su target son los veinteañeros alternativos, su público está claramente en los institutos y sigue yendo a conciertos con sus padres.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

The crowd tonight in Barcelona, Spain -- @billieeilish #billieeilish

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Triunfó de la noche a la mañana en 2016, cuando literalmente colgó una canción en Soundcloud antes de irse a dormir y al amanecer se había hecho viral. Era Ocean Eyes y anoche fue uno de los momentos para los que se reservó la voz y cantar más alto que el ejército de adolescentes vestidas como ella, con camisetas XL por debajo de las rodillas y los codos se niega a sexualizar su cuerpo y así es la colaboración que acaba de lanzar con Bershka, unisex, y que se sabía todas las canciones de principio a fin y que no se rindió ni medio minuto. No la abandonaron en su agonía y ella se lo pagó con un final de concierto inolvidable, que empezó cuando se subió a una cama voladora con su hermano para cantar I love you recostados sobre las almohadas, tal y como la compusieron una noche a las dos de la madrugada.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Billie Eilish, cuando la escuchas en casa puede disimular su edad, pero en el escenario la recupera. Es la de Rue en Euphoria, la de la generación que nació en Estados Unidos después de las Torres Gemelas y que llegó a la adolescencia en plena crisis de los opiáceos. Billie Eilish es tierna y directa, se regocija en una actitud emo, gótica y enfermiza y nunca ha ocultado su ansiedad, pero tampoco hace un drama de ella, por eso sus fans saben cuándo necesitan que estén ahí y la de ayer fue una de esas noches. Se despidió, claro, pidiendo a todo el mundo que bajara el teléfono y atesorara para siempre su  mayor esfuerzo: The party is over. Cerró When we all fall asleep y volvió para otro Bad guy para poner el broche a un concierto capicúa que empezó y cerró muy arriba. Era el pacto. Solo le queda Madrid, Lisboa y Berlín. Pero sobre todo, mucho más.