La adaptación seriada de Harry Potter. El regreso de Las chicas Gilmore. Las nuevas temporadas de Salvados por la campana y Punky Bruster. El reboot de Sabrina. Los neoepisodios de Expediente X. Gladitor 2. Toy Story 5. La continuación de Aída. Y la vuelta de Phineas y Ferb diez años después de lo que parecía ser su punto y final. Ya no hay lugar para la duda: las grandes productoras lo están apostando todo a los revivals y los remakes. En lugar de crear nuevos universos, de inventar de cero, de correr riesgos, resucitan fórmulas que funcionaron en su momento sin ningún tipo de vergüenza. O se han extinguido lxs guionistas con buenas ideas o prefieren exprimir tu nostalgia.
Y probablemente sea esto último. Porque reconócelo: la inmensa mayoría de contenido revival que te tragas no tiene la calidad del original. Es un sucedáneo empobrecido. El único atractivo que tiene está en los recuerdos que despierta en ti. Esas mañanas de sábado viendo con tu hermanx la saga entera de Potter y compañía. Las noches en el cine viendo a Woody y Buzz. Los mediodías de Futurama. El valor de todos esos revivals es ajeno a ellos mismos: es esa reconfortante añoranza que te conecta con yoes pasados que sientes muy lejanos. Y si no piensa en la serie de El señor de los anillos. Tolkien tiraría de harakiri si le obligaran a comerse sus dos temporadas. Pero te la pones.
¿Por qué nos atrapan tanto los revivals?
Lo haces porque la nostalgia es una emoción muy agradable. Y cómoda. Y fácil de explotar. Y sí: también muy perniciosa cuando se consume a lo loco y sin ningún tipo de contención. Porque te invita a idealizar el pasado. A acurrucarte mentalmente en un rincón distorsionado del ayer que hace que el presente parezca mucho menos interesante. Como dijo una vez la escritora estadounidense Brené Brown, “la nostalgia es una peligrosa manera de comparar”. Y lo es porque, decía Marcel Proust a su vez, “el recuerdo de las cosas del pasado no necesariamente es el recuerdo de las cosas como en realidad sucedieron”. Es una fantasía con la que tu ahora no puede siquiera competir.
De ahí que un exceso de nostalgia esté vinculado a cierta insatisfacción existencial. Pero no es solo eso. Además de influir negativamente en tu estado anímico y tu disfrute del presente, ese modus vivendi nostálgico es también un interruptor de tu crecimiento. Piénsalo. Si te entregas a todas horas a revivals, dejas de enfrentarte a contenidos desafiantes que pongan a prueba tus convicciones y a propuestas artísticas distintas que te hagan sentir incómodx, te induzcan al debate mental y te conduzcan a ampliar tus miras. Con ese catálogo de revivals frente a ti te limitas simplemente a hacer ckecking a tus recuerdos emocionales. Y poco a poco eres tú quien se empobrece.
En cierto sentido, el consumo indiscriminado de revivals te infantiliza. Trae un muchito del niñx que eras a tu identidad actual y, si lo dejas ahí demasiado tiempo, puede resultar bastante invasivo. ¿Ahí afuera está la cosa tan fea que resulta utópico pensar siquiera en comprarse alguna vez una vivienda? Tengo mi especial de Friends. Y la secuela de Sexo en Nueva York. ¿La ultraderecha amenaza con hacernos retroceder varias décadas de conquistas sociales? ¿Palestina sufre sin cuartel? ¿El cambio climático avanza inexorable? Me pego un buen maratón de la saga revival de Jurassic Park, del monsterverse de King Kong y Godzilla y del regreso a la gran pantalla de Los cazafantasmas.
Pero cuidado: esto no significa que bajo ningún concepto debas entregarte a un buen revival o a un buen remake porque, de lo contrario, verás reducida tu conciencia política a cero. Eso es una estupidez. En realidad, se trata más bien de una dinámica social: ¿no estaremos todxs dentro de una cultura de la nostalgia que nos paraliza de una u otra manera y en menor o mayor medida? ¿No estarán los poderes muy felices de que seamos unas generaciones de melancólicxs adictxs a la morriña? ¿De jóvenxs de futuro cercenado que se resguardan bajo la falda de una serie que les encantaba cuando tenían once años para evadirse y no encarar un más que necesario cambio? Es solo una pregunta.
Aunque deberíamos responderla. Tú deberías responderla para contigo mismo. Y no, no digo que las grandes productoras estén obsesionadxs con resucitar películas y series del pasado por motivos políticos. Ellas lo único que quieren es sacar pasta. Hacer fortuna. Ingresar e ingresar. La cuestión es que, en ese proceso capitalista, te la están colando. Ni esos revivals cumplen las expectativas de tu niñx interior ni le dan a tu cerebro gasolina para ganar conciencia crítica. Solo te anclan al ayer. Solo te limitan. Y cada vez más porque el panorama cinematográfico y televisivo gira cada vez más en torno a esta pena feliz o felicidad triste. Es un boom tan descarado que parece de coña. Pero mientras sigamos consumiéndolo ansiosamente seguirán así.