Trucos para hablar mejor en público y conectar con la gente

Conseguirás activar con mayor intensidad los circuitos dopaminérgicos de recompensa del cerebro de quien te escucha o te lee

El lenguaje es la piedra filosofal de la humanidad. Aquello que nos permitió cooperar de un modo nunca antes visto en la naturaleza y gracias a lo cual estamos hoy aquí con todo este tinglado montado. Y tu biología lo refleja: según cuenta el autor Bill Birchard, las palabras que oyes o lees tienen la capacidad de activar tus neuronas, tus músculos y los sistemas de recompensa de tu cerebro. Es decir, que hay una relación profunda y ancestral entre el lenguaje y tu organismo. Y lo mismo le ocurre al resto de personas con las que compartes mundo, lo que implica que puedes utilizarlo en tu favor para resultar más interesante al hablar y escribir y acercarte a tus objetivos en la vida.

La pregunta es cómo exactamente. Y el propio Birchard extrae unas cuantas recomendaciones claves del ensayo Writing for Impact: 8 Secrets from Science That Will Fire Up Your Reader’s Brains. Para empezar, dice, intenta mantener simple tu discurso prescindiendo de los adjetivos y de los adverbios todo lo posible. Soy una persona eficiente y perfeccionista que completa rápidamente las tareas en entornos complicados libera menos dopamina en el cerebro de quien te lee que resuelvo los problemas. En última instancia, se trata de mantener tu comunicación sencilla, específica, sorprendente y estimulante. No la sobrecargues. No des setecientas vueltas para llegar a donde quieres llegar.

Crea buenas imágenes

Y trata de despertar los sentidos. En lugar de intentar alcanzar una megaprecisión descriptiva, trata de evocar imágenes para que los centros visuales de su cerebro tiemblen de excitación, así como sonidos, olores y sensaciones. Son las puertas de acceso de los sapiens al mundo y has de aprovecharlo en tu favor. No crees aburridos textos que parecen las instrucciones de una estantería o el significado de una ley. Crea relatos. Y hazlo con actitud. En palabras de Birchard, “infunde entusiasmo en tu narración” para que los neurotransmisores chorreen por el cuerpo de quien te lee o te escucha. Abraza la pasión que hay en ti. Súbete a esa tormenta. Mejor cierta torpeza que tanta frialdad.

Quedan dos recomendaciones más. La primera consiste en explotar las metáforas. Porque sí: están tan presentes en poemas, novelas, cuentos y refranes porque tienen la capacidad de activar de manera particularmente intensa los circuitos dopaminérgicos de recompensa humanos. Eso sí: tampoco te pases hablando como si fueras un mesías críptico del siglo II. Prioriza calidad a cantidad. La segunda, y va muy de la mano con la anterior, consiste en encontrar combinaciones nuevas de palabras. La red social del medievo. El tiramisú de la música. El corazón de las tinieblas. Son expresiones que transmiten creatividad, inteligencia y sensibilidad. Llegarás mejor al interior de la gente.