Es innegable hasta para el más pesado de los negacionistas: el cambio climático está provocando una intensificación cada vez más agresiva de los fenómenos extremos. Como señala la Organización Mundial de la Salud tras un informe al respecto, los ciclones tropicales, las sequías, las precipitaciones fuertes y, sobre todo, las olas de calor, son cada vez más frecuentes. Si esto sigue así, puede que en unas décadas vivir en la superficie durante los meses de verano sea verdaderamente imposible. Especialmente en zonas del mundo en las que ya hace un calor brutal en esta época del año. ¿Una potencial solución? Construir ciudades bajo la tierra. Pero esto plantea desafíos enormes para la humanidad.
El más evidente de ellos, escribe el biólogo Pieter Vancamp, de la Universidad de Nantes, en The Conversation, es la alteración profunda del ritmo sueño-vigilia. “Después de un mes sin luz solar, y a veces incluso a pesar de iluminación artificial, los días empiezan a confundirse. Tras pasar 266 días en una cueva cerca de Pesaro, Italia, en 1993, el sociólogo Maurizio Montalbini pensó que solo habían transcurrido 219 días”. Un fenómeno que afecta al descanso, a la alimentación, al estado anímico y al rendimiento cognitivo. Además, “la alteración persistente de los biorritmos se asocia con una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas como la depresión o la diabetes”.
¿Podríamos vivir sin rayos de sol?
Simplemente no estás biológicamente diseñado para vivir ajenx a los rayos del sol. En palabras de Vancamp, “la vida humana se ha adaptado durante millones de años a sobrevivir en la pequeña zona entre el subsuelo y el aire, así que es poco probable que nuestra fisiología y mente se adapten instantáneamente a condiciones tan antinaturales”.
Lo pasaríamos mal durante demasiado tiempo. No en vano, otro desafío de la vida subterránea sería la gestión del estrés. Porque sentirías mucho más estrés ahí abajo. Estarías todo el rato, y aunque no quieras, en una especie de estado sumergido de hipervigilancia e intranquilidad. A fin de cuentas no es tu entorno natural. No te permite relajarte.
Y también está el tema de la vitamina D. “Para generar esta vitamina, a su vez esencial para la correcta absorción del calcio, responsable de unos huesos fuertes y sanos, necesitamos los rayos ultravioletas del sol. Pasar años bajo tierra aumentaría el riesgo de osteoporosis”. No obstante, y a diferencia de lo que ocurre con otros problemas asociados a este modus vivendis, tiene fácil solución: aportar toda la vitamina D a partir de la alimentación. En cualquier caso, lo que está claro es que esta solución al cambio climático cambiaría a nuestra especie de forma radical. La felicidad, tan anhelada hoy día, podría ser imposible en estas condiciones. Nos limitaríamos simplemente a sobrevivir.