Querida J. K. Rowling: tu vida fue dura, pero no justifica tu transfobia

Tras soltar una traca de tweets tránsfobos, escribió una carta victimizándose para que las hordas de Twitter que, con razón, le llamaron la atención, dejasen de acusarla de atacar a un colectivo muy vulnerable 

“Personas que menstrúan”. Esta expresión, para describir a todas aquellas personas que tienen el periodo, sean mujeres, hombres trans o personas no-binarias, sirve para tener un lenguaje más inclusivo, que incluya a más personas. E, incluso, no solo se usa para “no herir sensibilidades”, sino para adaptarse a nuevas realidades sociales y médicas: lo que conocíamos como género, inamovible, binario, ha quedado desfasado, y de esta forma podemos hablar de forma más precisa y correcta.

Pero no a todos les gusta. Por muchas cosas, pero todas se resumen en el término transfobia. Al fin y al cabo, no quieres reconocer que el género es más fluido de lo que solíamos creer, invalidando así la existencia de miles de personas trans, negando su género y todas esas causas que las convierten en uno de los colectivos más vulnerables, con datos de paro del 85% y una esperanza de vida media de 45 años. Sea cual sea tu motivo, negar su identidad es poner en peligro sus vidas. Y eso es transfobia.

Una de estas tránsfobas ha sido J. K. Rowling, autora de Harry Potter, que ha usado su plataforma con 14 millones de seguidores para verter odio hacia las personas trans en pleno mes del orgullo. Se mostró en contra de la frase “personas que menstrúan”, y ahí empezó la polémica. Mientras ella defendía que las personas trans no eran reales y que se moría con el sexo que te asignaban al nacer, muchísimos detractores la contraargumentaron.

El debate se fue acalorando y ella, como respuesta, fue diciendo que “tenía amigos trans”, “que quería a las personas trans”, “que una amiga trans dijo que tenía razón”, “que una lesbiana muy masculina la felicitó por sus opiniones” a lo que le respondieron que qué tenía que ver, ni que por ser masculina sea trans, a ver si iba ahora a ser lesbófoba también. En resumen, usó argumentos al nivel de los de tu familiar más cuñadx que suelta un “no soy racista, tengo amigos negros” o “no soy homófobo, tengo amigos gais”. Y encima, en una plataforma con 14 millones de followers.

Luego, la llamaron TERF las siglas inglesas de “feministas que excluyen a las personas trans”, y aseguró que era el nuevo “feminazi” o “bruja” y que era víctima de una persecución. Tras días de debate y subidas de tono la insultaron y le llegaron amenazas de muerte, en cambio de reconocer que quizá la había cagado, o que escucharía a personas trans, o simplemente que no iba a cambiar de opinión pero que cuestionar la identidad de un colectivo tan vulnerable frente a tantos millones de personas no había sido buena idea, decidió hacerse la víctima y escribir TERF reconociendo lo mal que lo había pasado toda su vida como mujer: había sufrido agresiones sexuales en su veintena, violencia de género en su primer matrimonio y otro tipo de episodios traumáticos. Y todo por ser mujer. Y que por eso no quería que se usasen términos como “persona menstruante”, porque borraba su identidad como mujer.

Pero, un término que sirve para reconocer la identidad de hombres trans… ¿ahora te borra tu identidad? Es más, acaso por reconocer que no solo menstrúan las mujeres, ¿van a borrar tu identidad? ¿Acaso solo eres mujer cuando menstrúas? Una mujer trans con cis-passing de forma mal dicha y resumida, que "no parece trans" siempre será leída como mujer, y será sometida a las mismas violencias y abusos sociales, aunque no menstrue. Añadió, además, que si negaban la vagina como genital femenino, también se invisibilizaba a gais y lesbianas. Según su argumentación, si el sexo biológico no existe, los gais y lesbianas dejan de existir. Como si los homosexuales se sintiesen atraídos solo por los genitales, y no hacia un género es decir, lo que leemos como hombre o mujer.

Es decir, la decisión de Rowling fue hacerse la víctima: que sintamos pena por ella. Obviando que, al igual que ella recibió todas estas violencias machistas, las mujeres trans también las reciben. Ignorando que no son “hombres que se sienten mujeres” como ella quiere imponer, sino que son mujeres que pueden sufrir episodios igual de traumáticos, y que su incorporación al feminismo es necesaria porque añaden nuevas ópticas y perspectivas a su lucha. Por otra parte, diversos colectivos trans increparon a Rowling que si tanto odia el machismo y la violencia que sufren las mujeres, si tanto miedo tiene a que sean ignoradas las reivindicaciones feministas, que use su plataforma para luchar contra estas injusticias, y no para atacar a las siglas más vulnerables del colectivo LGTB. Nadie le pide a Rowling que considere a las trans como aliadas, pero al menos que se centre en el verdadero enemigo, el patriarcado.

Las declaraciones transfóbas de Rowling hicieron viral el hashtag #MujeresConJKRowling, que acabó con tweets de influencers españolas como la famosa Barbijaputa diciendo que prefieren un gobierno de Abascal a una persona trans. ¿De verdad es feminismo preferir la ultraderecha negacionista de la violencia de género en el gobierno a reconocer la identidad de un colectivo minorizado y precarizado cuya lucha es por sobrevivir en una sociedad que no lo reconoce? Si tan feminista, de izquierdas y amiga del colectivo LGTBI, quizá, J. K. Rowling, podrías empezar a rechazar este tipo de alianzas o de comentarios de tus seguidoras.

Y, ya que estamos, si tanto te preocupa que la orientación sexual de tus amigos gais y lesbianas se vea borrada por la existencia de las personas trans, podrías incluir en tu libro a alguna persona del colectivo. Ah, no, claro, que eso habría afectado a las ventas millonarias de tus libros. Es mejor hacer queerbating diciendo que había personajes LGTBI en tu Twitter, donde no te afectará al bolsillo. Y así te pones la medallita y puedes usarlos la próxima vez que vuelvas a ser tránsfoba. Sin duda, eres un ejemplo para el feminismo.

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