Cuando el 11 de febrero el abogado Bradley Bridge acudió al condado de Montgomery a recoger a un expresidiario llamado Joe Ligon, no fue capaz de creer lo que vio. "Hubiera esperado una reacción de 'oh Dios mío' más fuerte. Pero él no mostró nada de eso. No hubo drama, nada”, explicó Bridge. No era para menos si entendemos que al hombre que acababa de recoger en su coche no había pisado la calle desde los años 50. Aunque nadie lo conocía hasta la fecha, Joe Ligon fue el hombre que más tiempo había pasado en una prisión en Estados Unidos cuando finalmente fue liberado 68 años después.
Ahora, a sus 83 años, este hombre siente que ha vuelto a empezar en un mundo completamente nuevo para él. “Fue como nacer de nuevo. Porque todo era nuevo para mí … miro algunos de estos autos nuevos, estos autos no tienen el mismo diseño que los autos que conocí cuando estaba en las calles hace tantos años. Miro todos estos edificios altos ... no había edificios así altos como los que me rodean ahora”, confesó Ligon. Pero aunque su historia parezca tener un final feliz, su vida para otras personas habría sido lo más parecido a vivir en el infierno.
Durante 68 interminables años Ligon siguió una misma rutina: despertar con el sonido de los megáfonos de la prisión a las 6 de la mañana, recuento, desayuno, trabajo, comida, recuento, trabajo, cena, recuento y a dormir. Una eternidad en la que el joven Ligon, que había ingresado en prisión acusado de asesinato por una pelea en Filadelfia cuando apenas tenía 15 años, optó por enfrentar encerrándose en el pequeño mundo propio de su celda: “entré en la celda y cerré la puerta, no vi ni escuché nada de lo que sea que estaba sucediendo. Cuando nos permitieron tener radio y televisión, esa era mi compañía”.
Para una persona solitaria estar aislado no resultó tan difícil, además, de esta manera conseguía aislarse de los problemas a su alrededor. Su rutina era trabajar, callar y escuchar y pasó década tras década. Mientras su país pasaba por la Guerra de Vietnam, el asesinato de JFK, el caso Watergate, la Guerra del Golfo y el 11-S, Ligon seguía en su propio mundo, siguiendo todo junto a su radio. Sin embargo, su futuro dio un giro de 180 grados en 2005 cuando la Corte Suprema dictaminó que los menores no podían ser condenados a cadena perpetua sin libertad condicional.
Automáticamente, su caso llamó la atención para el abogado Bradley Bridge quien detectó que Joe Ligon había sido el menor condenado a cadena perpetua sin libertad condicional más antiguo de todo el país. Cuando consiguió reunirse con él para contarle que su sentencia era ilegal, es cuando entendió la enorme injusticia de la que había sido objeto todos estos años cabe destacar que, además, Ligon siempre declaró que era inocente y que fue engañado por la policía para firmar una declaración autoinculpatoria. El caso es que él debería haber tenido derecho a salir en libertad condicional muchas décadas atrás.
Sin embargo, y al contrario de lo que se podría pensar, el hombre no se lanzó a por la condicional. Consiguió impugnar su sentencia y finalmente un tribunal federal decretó su libertad en noviembre de 2020. “Si aceptaba la libertad condicional seguirían tratándome mal. Las únicas palabras que usé fueron: 'Quiero ser libre’”, explicó tras el fallo. Ahora, un par de meses después de pisar la calle por primera vez en 68 años, Ligon se lamenta de que toda su familia ha fallecido menos su sobrina. Aún así, no pierde las ganas de rehacer su vida y adaptarse a un mundo que en ocasiones le parece de ciencia ficción. "