La triste lección que nos ha dejado la polémica de la crema de cacao ‘realfood’

El lanzamiento de la crema de cacao saludable de Carlos Ríos ha provocado una enorme discusión que únicamente ha traído problemas para el consumidor

Toda la gente superenganchada a los culebrones turcos y resulta que acabamos de vivir el mayor culebrón de la historia de la nutrición aquí mismo. El pasado jueves salía a la venta la tan ansiada crema de cacao del gurú del realfood, Carlos Ríos. El producto pretendía ser la quinta esencia del movimiento que lidera el nutricionista y que, por fin, plantaría cara a la ‘matrix’ de los ultraprocesados liberando nuestras almas de los terribles efectos de la Nocilla y Nutella de toda la vida. Y el objetivo parecía logrado al ver el bombo que se le dio por parte de los realfooders en redes sociales y las colas en los supermercados donde, incluso, apareció el mismo Carlos Ríos a firmar autógrafos.

Pues bien, hasta aquí el éxito de su campaña de marketing y de un producto que por lo visto está muy rico, puede que demasiado. Y aquí está justamente su gran error: al parecer está vendiendo lo mismito que la industria de los ultraprocesados pero un poco ‘menos malo’ llegando a afirmar que se trata de algo saludable. La primera persona que señaló esta incoherencia e, incluso, un etiquetado manifiestamente fraudulento fue la diestista-nutricionista, Beatriz Robles. En un extenso hilo en Twitter alertaba que afirmaciones en el etiquetado del producto como “SIN azúcares añadidos” o “SIN edulcorantes”, eran completamente engañosas y podrían estar incumpliendo la regulación R1924/2006.

En concreto, para poder etiquetar el producto como  “sin azúcares” el mismo no debería superar los 5 gramos por cada 100 gramos de producto y su crema saludable tiene 16,7 gramos, es decir, más de tres veces la cantidad máxima. Y sí, la crema tiene un 60% menos de calorías y grasas saturadas que sus competidoras ultraprocesadas pero es que Carlos Ríos llega a afirmar que la composición a base de dátiles, AOVE, cacao y castañas es tan cojonuda que se pueden consumir “sin problemas” unas 2-4 cucharadas al día. Una barbaridad nutricional que también ha denunciado en Twitter y Youtube el nutricionista y autor de Mi Dieta Cojea, Aitor Sánchez.

Por tanto, y para no enredarnos mucho en el tema, no es que la crema de cacao que por cierto, solo tiene un 5% de cacao no esté buena o no sea un poco mejor que las cremas ultraprocesadas, sino que como apuntan Beatriz Robles y Aitor Sánchez se ha jugado a enmascarar el verdadero contenido en azúcar del producto con afirmaciones falaces en el etiquetado del producto, además de recomendar cantidades que ningún dietista-nutricionista recomendaría a sus clientes por muy “natural” que sea el producto. Algo que choca frontalmente con la línea argumental de Carlos Ríos que desde el principio había argumentado que los productos que se venden como “light” o “saludables” son precisamente los más peligrosos para la salud porque hacen este tipo de maniobras para ocultar su verdadera composición. 

¿Y qué ha hecho Carlos Ríos? Pues hacerse la drama queen por todo lo grande. Utilizando el poder de su cuenta de Instagram, la cual está cerrada a capa y espada a los comentarios de los seguidores que no son fieles a su doctrina, Ríos escribió cosas como que “quieren retirar nuestra crema de cacao del mercado” o “Quien crea que esta campaña de intento de desprestigio no está orquestada por la industria de los ultraprocesados… ESTÁ CIEGO”. El caso es que su enrrocamiento en que su producto es una maravilla saludable y que la industria estaba reaccionando a su osadía provocó que sus seguidorxs salieran en masa a lanzarse contra los “envidiosos” que estaban intentando hundir su producto. El resto ya os lo podéis imaginar, pero la discusión ha sido trending topic varios días.

¿Cuál es la conclusión a la que podemos llegar los consumidores? Pues que, al final, el negocio es el negocio y que los que siempre salimos perdiendo con las disputas somos lxs consumidores. En primer lugar, porque habrá gente que creyendo ciegamente en Carlos Ríos se meta 4 cucharadas de la crema de cacao al día pensando que es super healthy. En segundo, porque es la constatación de que cuando alguien tiene el suficiente tamaño y mueve suficientes audiencias se convierte en una empresa que, como todas, busca una sola cosa: el lucro. Algo muy loable y razonable pero que a veces te puede hacer cruzar líneas que no deberías. 

Y tercero, porque las luchas internas de los nutricionistas generan un clima polarizado casi de fanatismo en el que prácticamente se contradicen entre ellos en función del bando que representan y todo el sector pierde credibilidad de cara al público. Al final, nadie está cuestionando que la crema de cacao de Carlos Ríos sea posiblemente la crema de cacao “menos mala” del mercado o que su sabor sea excelente, pero la realidad es que en una industria como la alimenticia es muy difícil competir si no se utilizan las mismas artimañas que tus competidores y eso es lo que, por desgracia, parece haber ocurrido aquí. No se puede pasar en 4 años de recomendar brócoli y garbanzos a jugar el juego de los que se supone que pensabas combatir.