La promesa fue muy clara: no trabajes todavía y posterga tu independencia financiera cuatro o cinco años para estudiar una carrera que luego hará que tu vida profesional y personal sea mucho más prometedora. Y obviamente te la creíste. Tú y tantísimxs otrxs jóvenes que crecieron con la misma cantinela os metisteis a la universidad a aseguraros un futuro. A sentar las bases de una existencia laboralmente estable. Pero la promesa no se está materializando. Sí, tú cumpliste tu parte del trato, pero una vez terminaste tus estudios te topaste con una realidad mucho menos generosa de lo que te habían contado. Y la cosa va a peor: cada vez hay menos ofertas de trabajo para recién graduadxs.
La generación milenial ya tuvo que lidiar con ello. Con esa sensación de que la sociedad no está a la altura de las expectativas con las que trata de persuadirte de cursar una carrera. Con ese feeling de decepción y frustración. Pero la situación, según dice la periodista Lindsay Dodgson, se está volviendo aún peor para la generación Z porque las empresas cada vez confían menos en el talento emergente. En su lugar, prefieren ir contratando a profesionales que ya tengan dos o tres años de experiencia a sus espaldas. Y la pregunta es la de siempre: ¿cómo acumulas esos años de experiencia si nadie te da la oportunidad cuanto tienes el contador a cero? Es una paradoja que devora tu esperanza.
Por supuesto, muchas voces, como la de la periodista Bárbara Bécares, ya sugieren que todo esto podría ser simplemente una estrategia de las empresas para cubrir vacantes sénior a precio de entry-level job. Si lo llaman así, lo pueden pagar así, aunque luego las tareas tengan la dificultad y la responsabilidad propia de cargos superiores con más experiencia. Una tendencia que parece venir de Estados Unidos, donde muchas grandes empresas han estado despidiendo a muchos mandos intermedios y quedándose sin las prestaciones que puede ofrecer. Las tienen que cubrir de alguna manera y han pensado que reírse de la gente no está tan mal. O que no nos daríamos cuenta nunca.
Por otro lado, también está la teoría del rechazo a la generación Z por parte de algunxs milenials, pero sobre todo por parte de lxs boomers, la generación con una relación más entregada con el trabajo, que no entiende como tú afrontas tu carrera profesional simplemente como una herramienta para vivir y no como un camino a la autorrealización. El choque cultural está ahí. Y, claro, la mayoría de empresas son lideradas por estxs mismxs boomers que no te entienden ni te quieren cerca. Que padecen jovenismo. Que no comprenden cuánta creatividad, talento y apoyo puedes proporcionar en un entorno laboral porque ni siquiera te dan la chance. Ojalá cambien pronto de actitud.