Eres infeliz en tu trabajo. Tanto que desde hace muchas semanas vienes rumiando la idea de dimitir. De dejarlo atrás. De salir de un lugar y de un momento que te roba más de lo que te da. De tomarte un respiro antes de buscar mejores opciones. De descansar. El problema, ese que te está frenando a tomar la decisión, es que si eres tú quien deja el trabajo no tendrás derecho a cobrar la prestación por desempleo por la que llevas tanto tiempo cotizando. Es una putada. Lo es porque la necesitas para sobrevivir. No obstante, y antes de que pierdas la esperanza, ten en cuenta que existen varias circunstancias en las que puedes dimitir y aún así cobrar el paro sin problema.
Como cuando tu empresa cambia tus condiciones laborales muy a mal. Sí, si decide cambiar tu horario a lo bestia, bajarte el salario aún más o pedirte que hagas cosas nuevas para las que no fuiste contratadx, explica la periodista especializada en economía Yolanda Fernández en una publicación para Business Insider, tu derecho a cobrar la prestación por desempleo se mantiene. De lo contrario todxs lxs trabajadorxs se verían en la tesitura de soportar condiciones laborales indignas o indeseables simplemente para poder seguir pagando sus facturas. En ese sentido, esta excepcionalidad te protege de los abusos de las empresas. Te proporciona capacidad de decisión.
No tienes por qué aceptar cualquier tipo de explotación
Ah, y si tu empresa comienza a reclamarte un rendimiento cada vez mayor, hasta llegar tal vez al absurdo, al estrés crónico, al no poder dar ya más de ti, también puedes rescindir unilateralmente tu contrato laboral sin perder el derecho a paro. Así aparece escrito en el Estatuto de los Trabajadores de nuestro país. Tienes que poder rebelarte contra cualquier tipo de explotación sin quedarte colgadx en la vida sin ningún tipo de ingreso. Eso sí: Fernández recuerda la importancia de darle a la empresa 15 días de preaviso para que no te quedes sin indemnización ni te resten cantidad alguna del salario pendiente por cobrar. Parece una tontería pero no lo es. Y no cuesta nada.
Además, hay otra circunstancia en la que también puedes ser tú quien diga hasta lueguito y acceder a la prestación: cuando hay un retraso continuado en el pago de tu salario. Y tiene sentido. Imagínate tener que quedarte en una empresa en la que no te pagan. Sería una prisión. Una pesadilla. En concreto, dice esta periodista, se considera como retraso grave cuando pasan 15 días desde la fecha establecida de pago y cuando se adeudan tres meses de sueldo seguidos o no seguidos. Si alguna vez te ves en una de estas y te sientes desvalidx, porque no te han enseñado nada en el instituto de tus derechos laborales, recuerda que puedes buscar asesoramiento sindical.