El papel de los sindicatos es determinante para la conservación y la expansión de los derechos de los trabajadores. Sin embargo, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, el porcentaje de trabajadores afiliados a una organización sindical era en 2022 de aproximadamente un 10%, una cifra muy inferior a la de décadas anteriores. Una situación que parece repetirse en muchos otros países del mundo. ¿Qué está ocurriendo? Para lxs expertxs, parte de la responsabilidad recae en el férreo individualismo que exhibe la generación millennial, más centrada en el desarrollo de su independencia y su autosuficiencia. Pero la generación Z está cambiando las cosas.
Sí, la densidad de afiliados a los sindicatos ha descendido, pero “las iniciativas sindicales de alto perfil han dominado los titulares en años recientes”, aseguran en un artículo para la sección Worklife de la BBC. Está la lucha de los trabajadores de Amazon. La de los de Starbucks. La de los de Glovo. Y en primera línea de batalla, dispuestxs a darlo todo para dignificar el trabajo, parecen estar los trabajadores más jóvenes. El propio Centro para el Progreso Estadounidense lo confirma en uno de sus informes: “La Generación Z, nacidos entre la mitad de los noventa y la mitad de los 2000, es la generación más prosindicato que existe actualmente”. Tienen un espíritu muchísimo más colectivo.
Y la ciencia lo respalda. En concreto, un proyecto de investigación realizado en el seno de la Universidad de Stanford, una de las más célebres y prestigiosas el mundo, “halló que el grupo nacido entre mediados de la década de 1990 y 2010 es altamente colaborativo”. Mientras lxs millennials están decididxs a hacer la lucha por su cuenta, a tratar de conseguir lo que quieren por sus propios miedos, los que vienen tras ellxs tienen claro que la fuerza está en el conjunto y que sin sindicatos lxs trabajadorxs estarían abocados a perder calidad de vida. Una actitud que casa perfectamente con el compromiso de los centennials por las causas sociales. Exigen un mundo mucho mejor.
De hecho, las exigencias de lxs zetas hacia lxs empresarixs van mucho más allá de lo históricamente habitual: horarios más reducidos, salarios más generosos o respeto en el trato. Son, además, la generación que está incluyendo en sus reclamos laborales demandas relacionadas con los derechos LGTBIQ+ o con el feminismo. Y lo hacen, y esto es importante, a través de mecanismos de protesta inéditos como la presión en redes sociales o las campañas de meme. Pero ojo: no son idealistas ni ingenuxs. Como dicen en la BBC, “tienen expectativas realistas sobre lo que puede lograr la sindicalización”, pero aún así “creen que merece la pena”. Y así es. Ojalá los zetas consigan inspirarnos a todxs.