Durante todo el siglo XX y primer cuarto del XXI, la gente ha entendido su carrera profesional como una de las claves de su identidad. Hago esto y por tanto soy así. Soy genial en lo mío y eso dice esto y aquello otro de mí. Me ascienden y eso significa que soy válidx. La sociedad capitalista ha llevado a la humanidad a obsesionarse con el trabajo y a interiorizarlo como un área de autorrealización. Nos ha empujado a dejar de verlo como una necesidad de supervivencia y a enfocarlo como un entorno deseable. Pero eso está cambiando. Como está pasando con tantas otras cosas, la gen Z se desmarca de esta tendencia: vemos el trabajo como un mal inevitable.
Y eso no significa que no busques uno que sea agradable. Como dice la autora Halima Jibril, el trabajo “puede brindar un sentido de propósito y optimismo, especialmente cuando se hace algo que se ama y apasiona”, pero la gen Z tiene muy presente que sería preferible no trabajar y dedicar tu tiempo libre a eso mismo que te gusta. A tu ritmo. A tu manera. Y sin nadie mandándote ni entorpeciéndote. Lxs millennials deseaban una carrera de ensueño. De verdad querían trabajar en el mercado laboral. Lxs centennials no. Han llegado a “comprender la naturaleza opresiva del trabajo en el capitalismo tardío en el que se intercambia tiempo limitado y salud por dinero”.
¿Tiene la precariedad laboral algo que ver en todo esto? Seguramente sí. Muchas generaciones anteriores entraron con ilusión en el mercado laboral porque las recompensas merecían un poco más la pena. Sí, gastabas horas y horas de tu vida finita en una oficina, pero al menos podías comprarte una casa, tener criaturas y soñar con prosperar. Hoy no. Hoy el panorama laboral es bastante desolador. Especialmente para la gente joven que recién llega a un panorama en el que sus principales competidores son inteligencias artificiales ultraeficientes. Y obvio que esto ayuda a salir de la Matrix y ver lo que significa en realidad trabajar y trabajar durante toda tu vida.
Algo que confirman las encuestas. Según la propia Jibril, “la satisfacción laboral entre los jóvenes graduados ha caído de forma drástica en los últimos años”. Cada vez le ven menos sentido al trabajo capitalista y fantasean con modelos de coexistencia alternativos en los que se sustituya la palabra trabajo por la palabra tarea cooperativa, en los que la base de todo sea la interacción entre la gente y el cuidado de los vínculos. Porque eso no defrauda. Tener una buena red de apoyo sí que tiene sentido. El problema es que el mundo actual no lo valora ni lo favorece ni, probablemente, lo vaya a permitir. Seguirán queriendo que trabajes sin parar hasta jubilarte.