¿Debería hablar de política y de mi vida privada en el trabajo?

Hay asuntos que hay que tratar con cuidado en el trabajo, pero ¿cómo ponemos el límite?

Primer día de trabajo. Tus compañeros te caen genial y tu jefe parece alguien enrollado. Así que decides contarles en una distendida comida a quien votas y, dos días después, toda la oficina te conoce como “el rojo”. Te sientes expuesto, no te mola nada, piensas que lo pueden usar contra ti y, lo que es peor, también les explicaste algunos detalles de tu relación con tu pareja y tu historial familiar que, piensas, pueden convertirse en tema de conversación en la oficina. ¿Debería haber cerrado el pico? ¿Debería hablar de mi vida privada y de política?

Miras a Pedro, tu compañero el discreto, del que no sabes si es gay o hetero, si tiene pareja o es soltero o poliamoroso, si de izquierdas, de derecha o de centro, nunca se moja. Y te preguntas: ¿Debería ser así? Envidias su discreción y su misterio, pero al mismo tiempo crees que compartir e intimar son dos aspectos importantes en la vida, así que no sabes muy bien cómo resolverlo.

La revista Elle publicó recientemente un artículo que a su vez citaba el estudio ‘Polarización afectiva: entre el tribalismo y el absolutismo moral’, que apunta a que es más difícil desenvolverse en una empresa para las personas con opiniones fuertes sobre asuntos morales en lugares donde los compañeros o superiores tengan ideas contrarias. Sin el estudio, también te podrías imaginar que si eres una izquierdista feminista y tu jefe vota a Vox, las posibilidades de éxito disminuyen y las de chocar, crecen, aunque hay más factores en juego y esto no es una ciencia exacta.

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Ante esa situación, lxs psicólogxs María Ibáñez y Jesús Jiménez aciertan a apuntar en este mismo artículo que lo importante es “el conocimiento que se tenga de los compañeros de trabajo y si son rígidos o flexibles a la hora de dialogar”. “A menor conocimiento y mayor rigidez, más posibilidades hay de que el asunto acabe mal”, completan.

Llevado esto al campo de la práctica, habría que intentar ser precavido hasta que conozcamos un poco mejor a nuestros compañeros y jefes. Si al conocerlos nos parecen personas flexibles y dialogantes, podemos colocar ciertos debates sobre la mesa o compartir asuntos personales que nos puedan acercar a ellxs.

Hace un tiempo, el CEO de la empresa de criptomonedas Coinbase decidió prohibir hablar de política en el trabajo y abrió el debate sobre si esto estaba bien. En la web especializada en Recursos Humanos RRHH Digital, Salvador Sicart, director de HAYS Technology y HAYS Response en España, se mostraba contrario a prohibir pero favorable a “hacer mucha pedagogía para que los empleados hablen de política moderadamente”.

En Cinco Días, el profesor de Dirección de Personas y Organización de Esade Norbert Monfort aseguraba las conversaciones políticas ayudan a intimar pero que “hay organizaciones, jefes y compañeros con los que es mejor no tratar determinados temas por las represalias o la etiqueta que te puedan poner”. Elisa Sánchez, del Colegio de Psicólogos de Madrid,creía más bien que el problema está “cuando se intenta convencer al otro, eso es lo que suele acabar en discusión”, desarrolla. Resumiendo: anda con ojo y sé más prudente en tu trabajo que en tu vida social.