La inteligencia artificial ya no es ninguna novedad. Su momento de irrupción ha pasado: ahora es una realidad integrada en nuestra sociedad y en el día a día de la gente. Y la cosa irá a más. Ante esta perspectiva, hay división de opiniones en cuanto al impacto que tendrá en el mercado laboral en los próximos años: hay quienes dicen que al final no destruirá tantos puestos de trabajo como se creía y hay quienes dicen que será incluso peor de lo pronosticado. En este último grupo se sitúa el popular senador estadounidense Bernie Sanders, acérrimo opositor de las políticas trumpistas, quien ya propone un impuesto sobre los robots para salvar a la clase trabajadora.
Todo llega después de que Sanders haya participado en la elaboración de un informe sobre las consecuencias de la IA en la población activa de los Estados Unidos en los próximos años. Y sí, sus conclusiones dan mucho miedo: revelan que las inteligencias artificiales provocarán la eliminación de 100 millones de puestos de trabajo en el país en solo diez años. Una auténtica barbaridad que pondría patas arriba la sociedad en su conjunto y, desde luego, pondría a las clases más humildes y a las clases medias en una situación crítica. En palabras del senador, “la mano de obra artificial podría remodelar la economía en menos de una década”. Y hay que hacer algo.
Su propuesta es sencilla: un impuesto sobre estas tecnologías de automatización desarrolladas por grandes empresas y la utilización de lo recaudado en beneficio de los trabajadores perjudicados por la irrupción de la IA. Además, esto podría incentivar la contratación humana, exenta de ese mismo impuesto. Como ya dijo Sanders en su ensayo It’s OK To Be Angry About Capitalism, apuntan desde Business Insider, “tenemos que adaptar las políticas fiscales y normativas para garantizar que el cambio no se convierta en una excusa para que las multinacionales se lancen a una carrera hacia el abismo en busca de beneficios”. No se puede confiar en el mercado y ya.
Hay que actuar. Y hay que hacerlo de inmediato. Como refleja el mismo informe, “la revolución agrícola se desarrolló a lo largo de miles de años. La revolución industrial duró más de un siglo”. La de Internet duró un par de décadas. Y esta tiene pinta de ir aún más rápido. No hacer nada implicaría asomarnos a un futuro de pobreza e inestabilidad social que no interesa a prácticamente nadie. En este sentido, el informe también recomienda pasar a una semana de 32 horas y que se aprueben leyes que favorezcan las labores de los sindicatos. Porque la lucha de clases nunca terminó. Y se viene una batalla de proporciones épicas. Por eso tenemos que estar unidxs en esto.