¿Eres la persona a la que recurren en tu oficina cuando hay tareas adicionales o urgentes que hacer porque saben que siempre sacas adelante las cosas por difíciles que sean? La experta en comportamiento humano Melody Wilding, del Hunter Collage de Manhattan, tiene un nombre para ti: eres una persona luchadora sensible, una persona que combina unas capacidades brillantes con una gran empatía, lo que hace que te “resulte difícil decir que no porque no solo estás motivado sino que también tienes una profunda necesidad de complacer a los demás”. Por eso te comes tantas horas extras y por eso estás siempre al borde del agotamiento. La pregunta es: ¿cuándo decir que no sin dudar?
Para empezar, y según la propia Wilding, deberías negarte a trabajar de más cuando la petición no es realista. En sus propias palabras, “debes explicar lo que puedes lograr de manera realista dentro del plazo establecido”. Si te dan una semana para rescatar un proyecto atascado que requeriría un mes vas a morir de estrés. Y no te lo mereces. Ya, tienes ese impulso innato de querer agradar superando hasta los desafíos más complicados. Pero no lo hagas. Lo más probable es que no lo valoren en su justa medida y, además, que se aprovechen de tu predisposición en el futuro para compensar sus problemas de planificación de proyectos o de déficit de personal. Cuídate. Solo tú puedes hacerlo.
Del mismo modo, Wilding cree que deberías negarte a realizar horas extras para trabajar en tareas que no entran dentro de tus competencias. Sí, en la oficina contemporánea hay una menor rigidez de roles y una tendencia más clara hacia la polivalencia, pero “si trabajas en ventas, no deberías cargar con la responsabilidad de responder consultas de servicio al cliente”. Nuevamente, están explotando tu calidad y tus buenas intenciones para remedir problemas de gestión de recursos de los que no tienes ninguna culpa. Y si lo haces porque te motiva, porque no ves con malos ojos aprender nuevas tareas, reclama oportunidades de explotar ese aprendizaje dentro de la empresa en el futuro.
Por último, dice esta experta, deberías negarte a las horas extras que no cuentan con una planificación cerrada y que corren el riesgo de llegar a ser crónicas. Vale, un compañero se ha ido de la noche a la mañana y la empresa necesita que cubras sus funciones de forma básica mientras realiza un proceso de selección exprés. Tiene sentido. Pero si no te dan garantías de que ese proceso concluirá pronto, si notas que vacilan en sus respuestas, ten mucho cuidado. En palabras de Wilding, pregunta “cuánto tiempo durará esa tarea y a cuántas reuniones tendrás que ir” y, una vez dispongas de esa información, decide con confianza y asertividad. No eres un robot ni una mula de carga. Déjalo bien claro.