Cuando Elizabeth Chrastil se quedó embarazada, a partir de la semana tres de gestación empezó a hacerse resonancias magnéticas en el cerebro. A lo largo del embarazo se hizo un total de 26. Chrastil pudo hacerlo porque es una investigadora neurobióloga en la Universidad de California.
Lo más importante es que esta investigación también arroja luz sobre la salud mental de las mujeres en posparto, un hecho que muchas veces sigue siendo tabú y que continúa siendo poco investigado. La investigación, publicada en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, ha abierto una ventana a un mundo previamente desconocido.
Detalles sobre los cambios durante el embarazo
Durante el embarazo, se observó una reducción del 4% en el volumen de la materia gris, que es donde se producen los procesos neuronales como la sinapsis, y una disminución del 15% en el grosor del córtex cerebral. Aunque después del parto el volumen cerebral comenzó a aumentar, nunca regresó a su tamaño original; solo recuperó la mitad del volumen perdido. En contraste, la materia blanca, que es crucial para las conexiones neuronales, mostró un aumento progresivo a lo largo de la gestación, sugiriendo una adaptación significativa en la estructura cerebral.
Los investigadores concluyen que estos cambios están intrínsecamente ligados a las fluctuaciones hormonales típicas del embarazo. A medida que aumentan los niveles de estrógeno y progesterona, se produce una disminución en la materia gris y un incremento en la materia blanca. Estos cambios anatómicos en el cerebro cesan cuando las hormonas caen tras el parto, marcando un punto de inflexión importante en la estructura cerebral de la madre.
Todos estos cambios dentro del cerebro después repercuten en el comportamiento de la madre. Para empezar, hacen que el cerebro de se adapte para estar más receptivo a los estímulos de su hijo, mejorando la atención y la conexión emocional.
El estudio de Chrastil es solo el comienzo del Proyecto Cerebro Materno, que busca examinar a más mujeres durante su embarazo para comprender mejor estas transformaciones. Su objetivo es investigar la relación entre estos cambios cerebrales y problemas de salud asociados al embarazo, como la preeclampsia y la depresión posparto.
Los hallazgos son fundamentales para abordar la salud mental de las nuevas madres. Comprender cómo el cerebro cambia durante y después del embarazo puede proporcionar claves para prevenir y tratar la depresión posparto, una condición que afecta a muchas mujeres y que a menudo se pasa por alto.
La falta de perspectiva de género en el campo de la obstetricia ha hecho que muchas veces se ponga el foco solo en el bebé y se deje de lado la madre. Esto no solo se ve en los pocos estudios sobre la depresión postparto, sino en otros aspectos vitales como la falta de información sobre la menstruación.