Las hipótesis que explican por qué cada vez hay más alergias alimentarias

Ya hay 520 millones de personas en el mundo con una o varias de estas alergias

Las instrucciones del sistema inmunitario que albergas dentro de ti fueron desarrollándose a lo largo de millones de años. Un escudo con una capacidad formidable para protegerte de los microorganismos que intentan aprovecharse de tu organismo. Sin embargo, y en ocasiones, las células del sistema inmune humano pueden confundir a moléculas inofensivas como las que conforman los cacahuetes o las nueces con terribles enemigos y comenzar a liberar todo su arsenal defensivo. Los tejidos se inflaman, las vías respiratorias sibilan y las toses y estornudos se desencadenan locamente. Y la mala noticia es que está ocurriendo cada vez más.

Según cuentan desde Magnet, en los últimos diez años se ha producido un aumento del 72% de ingresos hospitalarios en Europa por anafilaxia, "una reacción alérgica extremadamente grave que afecta a todo el organismo". Y los números totales no son más optimistas: ya existen en el planeta 520 millones de personas con una o varias alergias alimentarias. En un contexto así cabe preguntarse cuál es el motivo de que los sistemas inmunes de cada vez más personas estén reconociendo a determinados alimentos como intrusos peligrosos cuando no lo son en absoluto. Y existen tres hipótesis principales en este momento.

En primer lugar, la teoría de los viejos amigos, que postula que ciertas bacterias benignas son imprescindibles para el correcto funcionamiento del sistema inmune humano y que el modus vivendi contemporáneo está impidiendo que muchas personas puedan adquirirlas. Como dicen desde este mismo medio, "a medida que las personas pasan más tiempo en entornos desinfectados, es menos probable que se encuentren con ellas". Y las investigaciones respaldan esta teoría: cuantos más mascotas tiene una persona menos probabilidades tiene de padecer una alergia alimentaria. Ellas las llevan hasta a ti. Te protegen.

Ciertas bacterias podrían ayudarte

Luego está la teoría de la exposición temprana. Básicamente expresa que el sistema inmunitario de los bebés puede reprogramarse durante los primeros meses de vida y en función de los microorganismos y las sustancias con las que se relacionen, lo que provocaría que la bienintencionada práctica de muchos padres de alejar a sus bebés de los alérgenos más habituales esté irónicamente provocándoles alergia. De hecho, un estudio "concluyó que a los 5 años, los bebés que evitaban los cacahuetes tenían una tasa de alergia a los cacahuetes del 13,7% mientras que los que no lo hacían tenían una tasa del 1,9%.

Y por último está la teoría de la deficiencia de vitamina D. En realidad, lxs científicxs aún no tienen una argumentación sólida para explicar la relación entre el déficit de este micronutriente y la aparición de alergias alimentarias, pero la relación, o quizá correlación, existe, como demuestra el hecho de que, produciéndose esta vitamina en el organismo humano como consecuencia de la exposición a los rayos de sol, "los países que están más alejados del ecuador del planeta tengan tasas más altas" de estas alergias". Uno más uno dos. Quizá vaya siendo hora de alejarse un poquito de las plataformas de streaming y dar más paseitos.