Las graves consecuencias de comer siempre con prisa

Dedicar tiempo a la hora de la comida puede mejorar tu salud profundamente

La cultura de la sobreestimulación constante es una locura. Estás todo el día consumiendo contenido en internet, hablando con peña por Whatsapp y respondiendo a emails del trabajo como si fuera lo más importante de este mundo. Como si la misma vida tratara sobre todo eso. Pero obviamente no es así. En realidad, son las cosas básicas, como moverse, descansar y comer las que realmente deben ser priorizadas. Y no lo estás haciendo. Especialmente esto último, lo cual sueles hacer de mala manera y casi siempre con muchas prisas. ¿Pero sabías que engullir la comida como si fueran a quitártela para seguir enganchado al mundo tiene consecuencias para tu salud?

La primera de ellas, explican en un artículo para The Conversation la directora del grado en enfermería de la Universidad de Nebrija Esther Martínez y la profesora de la misma titulación Silvia Gómez, es la acumulación excesiva de gases dentro del organismo. En palabras de estas dos especialistas, esto “puede provocar desde una leve incomodidad y sensación de pesadez e hinchazón hasta dolor y distensión abdominal, un aumento objetivo y visible del diámetro abdominal tras la ingesta de alimentos”. Cuando la acumulación es muy heavy puede ser verdaderamente molesta y generarte conflictos de autoestima debido a un vientre anormalmente hinchado.

La segunda de ellas es el sobreesfuerzo digestivo. Al fin y al cabo, la saliva contiene enzimas que comienzan el proceso de digestión bastante antes de que la comida llegue al estómago. En este sentido, comer sin masticar lo suficiente minimiza este proceso y hace que lo que comas llegue en trozos prácticamente enteros a tu estómago, “lo que hace necesaria una mayor producción de jugos gástricos para poder digerirlos de forma adecuada”. Esto supone un mayor esfuerzo metabólico para tu cuerpo, pero también la aparición de sensaciones como la de pesadez o indigestión. También es posible que la comida alcance el intestino poco digerida y no se absorban bien los nutrientes.

Por último, comer siempre con prisa incrementa el riesgo de obesidad. Esto es así porque tu organismo dispone de dos mecanismos, dos hormonas llamadas leptina y grelina, para avisarte de que ya está saciado, las cuales tardan unos veinte minutos en aparecer. Si engulles la comida no le das tiempo a estas hormonas a cumplir su papel a tiempo y mandarte el mensaje de que es hora de parar de comer porque ya tienes las calorías necesarias. O dicho de otra manera: ese tragar sin conciencia hace que comas mucho más. Ah, y también “incrementa las posibilidades de padecer síndrome metabólico”. Olvídate del móvil. De la tele. Del curro. Dedícale a la comida el tiempo que merece.