Cómo evitar que el trabajo vocacional se coma tu vida

¿Existe una trampa romántica en la concepción del trabajo como algo que te debe gustar y al que entregarte?

Del clásico ganarse la vida en lo que uno buenamente pueda que, en la generación de nuestros padres, era lo normal hemos pasado a la obsesión por hacer “algo que te llene”, por convertir una vocación en aquello con lo que te ganas la vida.

Médicos, abogados laboralistas, ingenieros, periodistas, pero también socorristas, electricistas o fontaneros intentan vivir en muchas ocasiones de aquello que les gusta. Pero, a veces, la vocación tiene una doble cara: te sientes tan identificadx con tu trabajo, que si lo pierdes puedes tener una gran crisis de identidad y tu entrega puede acabar rozando lo obsesivo.

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Son varios los libros que últimamente se han publicado analizando esta relación a veces tóxica entre la vocación y la vida. El último de ellos, publicado recientemente, lo firma Simone Stolzoff y se titula The good enough job (Un trabajo lo suficientemente bueno). Tal y como explica en una reseña reciente la revista Elle, el libro entrevista a cocineros, inversores de Bolsa, profesores y otros trabajos vocacionales para contemplar lo que sucede cuando el trabajo cobra una gran importancia en tu vida.

Las conclusiones que extrae son varias. En unos tiempos en los que la vocación y la entrega excesiva empiezan a estar cuestionadas, sobre todo por la generación Z, el escritor del libro concluye que sí que es positivo tener vocación en tu trabajo, ya que los peores momentos pueden ser aquellos en los que no te identificas con lo que haces o no tienes nada que hacer. Pero que esta entrega e identificación merece ser diversificada.

Llenando tu vida con relaciones y pasiones alternativas a lo laboral, ayudas a que, si tu trabajo te absorbe mucho, al menos puedas poner unos límites. Plantear a tus jefes los límites de las horas que trabajas y relativizar la importancia para reducir la presión son otros dos métodos que pueden servir para aflojar un poco si un trabajo vocacional se puede comer tu vida. Párate y piensa: ¿Esto es imprescindible? ¿Esto puede esperar?

Por eso, apunta Stolzoff, las empresas tienen parte de la llave de que esta vocación sea tóxica o sana. Por mucho que te encante tu trabajo, una empresa puede hacer que lo odies si te exprime demasiado o te hace sentir que todo, absolutamente todo, es urgente, prioritario, crucial, a vida o muerte. Sin embargo, si una empresa consigue generar el clima de que las cosas son importantes relativamente, de que los errores se pueden corregir y de que se viva de manera agradable en la oficina, la situación puede virar al contrario.

En el año 2021, la escritora Sarah Jaffe publicó el libro El amor no te devolverá su amor, en el que proponía algo un paso más allá que la diversificación y la implicación de las empresas que propone Stolzoff, aunque tal vez un poco menos práctico y más profundo. Jaffe apuntaba a que había que comprender la trampa que supone plantear una relación laboral en términos amorosos para liberarse de ella cuanto antes, evitar conexiones tóxicas con el trabajo vocacional y conseguir hallar aquello que realmente te hace disfrutar.