Sigue siendo uno de los mayores problemas de salud pública mundial. Un virus que ha acabado con la vida de más de 40 millones de personas. Un VIH que, cuando causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), ataca y destruye las células del sistema inmune humano hasta dejarlo casi desprovisto de defensas frente a otras enfermedades. Sigue ahí. Sigue siendo una realidad para decenas de millones de personas y una amenaza para el resto de la humanidad. Por desgracia, los principales países que hasta ahora estaban invirtiendo en la lucha contra el VIH están recogiendo cable y dejando de meter pasta en la prevención y la cura. Es una noticia penosa.
Todo comenzó, cuenta el especialista en Medicina Interna Pablo Ryan, de la Universidad Complutense de Madrid, hace unos meses, en febrero de este mismo año. Fue ahí cuando “los cinco mayores donantes globales en la lucha contra el VIH - Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos- anunciaron reducciones de entre un 8% y un 70% en sus aportaciones”. Lo peor de todo es que venían aportando el 90% de la financiación mundial contra el virus. Que reduzcan tanto su compromiso no es anecdótico: deja tiradas a muchas personas infectadas con VIH en todo el mundo que no tienen acceso propio a los medicamentos antirretrovirales.
Es una vergüenza. Especialmente para Estados Unidos, quien hasta ahora ponía tres cuartas partes del dinero y quien contaba con una iniciativa muy potente llamada Plan de Emergencia del Presidente de EEUU para Alivio del SIDA, más conocida simplemente como PEPFAR, que ha decidido suspender ‘temporalmente’. Adiós fármacos. Adiós formación de personal sanitario. Adiós distribución de condones por regiones desfavorecidas. Adiós programas de intercambio de jeringuillas. Todo esto, asegura el propio Ryan en base a una nueva investigación, “podría generar entre 4 y 10 millones de nuevas infecciones y hasta 2,93 millones de muertes adicionales hasta 2030”.
¿Que por qué tendrían estos países que financiar programas contra una infección que afecta principalmente a países de regiones vulnerables? Por un lado, por la misma razón porque la que los impuestos deben ser progresivos y redistribuir la riqueza: porque los que están arriba en el sistema lo están en parte sobre los hombros de los de abajo. Devolverles algo es lo mínimo que se puede hacer. Y por otro lado, porque vivimos en un mundo hiperconectado en el que, como ya vimos con la pandemia del covid, lo que ocurre en un punto concreto “puede repercutir en la salud global”, dice Ryan. No es un buen momento para dar la espalda al VIH. Nunca lo es ni lo será.